La segunda mujer de mi vida y no por ello menos importante es mi abuela bondadosa y amigable, locuaz y decidida, siempre estuvo rodeada de muchas personas que acudían en busca de su ayuda, jamás dijo que no, siempre estuvo predispuesta a colaborar. De piel muy blanca y ojos vivaces, con una dulzura contagiante, amabilidad sin límites e incansablemente solidaria.
A ellas les siguen mis hermanas cada una con sus propias virtudes, la una alocada y risueña; la otra pertinaz y luchadora. Están también mis amigas, las que siempre están en las buenas y en las malas, las que aplauden mis triunfos y recriminan mis equivocaciones. Se unen a ellas, tías, primas, sobrinas, jefa, que se constituyen en ejemplos a seguir, como de seguro también las habrá en sus vidas.
En este día de la mujer y siempre reconozcamos sus virtudes, amándolas, respetándolas y cuidándolas.