Más que por su obra literaria —no sé si algún día me terminaré La montaña del Alma, su obra más conocida—, quise saber más de él por sus maravillosas pinturas realizadas en tinta aguada, una técnica tradicional china a la que llaman “pintura del sentimiento” o “escritura del espíritu”.
Al mirarlas, no puedes dejar de pensar en emociones, en belleza, en estados del alma. En una entrevista, Xingyian decía que «pinto cuando no puedo seguir escribiendo, escribo cuando no puedo seguir pintando». Supongo que lo importante para él es expresar la esencia de la existencia humana con cualquiera de sus habilidades creativas.
Dicen de él que es un hombre del Renacimiento, y por eso quizás habla de la necesidad de un nuevo renacimiento en esta entrevista reciente de El País: «Evito hablar de revolución, porque se ha abusado del término. Prefiero hablar de renacimiento. Aunque no sea el mismo que surgió para salir de la oscuridad de la Edad Media sí se trata del mismo concepto: hace falta repensarlo todo, una nueva motivación en la industria de la tecnología, la ciencia, un nuevo pensamiento con el foco y el interés humanístico. Un renacimiento que nada tiene que ver con la religión sino con la esencia humana».