Una Zorra se empeña
en dar una comida a una Cigüeña;
la convidó con tales expresiones,
que anunciaban sin duda provisiones
de lo más excelente y exquisito.
Acepta alegre, va con apetito;
pero encontró en la mesa solamente
jigote claro sobre chata fuente.
En vano a la comida picoteaba,
pues era para el guiso que miraba
inútil tenedor su largo pico.
La Zorra con la lengua y el hocico
limpió tan bien su fuente, que pudiera
servir de fregatriz si a Holanda fuera.
Mas de allí a poco tiempo, convidada
de la Cigüeña, halla preparada
una redoma de jigote llena;
allí fue su aflicción, allí su pena;
el hocico goloso al punto asoma
al cuello de la hidrópica redoma,
mas en vano, pues era tan estrecho,
cual si por la Cigüeña fuese hecho.
Envidiosa de ver que a conveniencia
chupaba la del pico a su presencia,
vuelve, tienta, discurre,
huele, se desatina, en fin se aburre;
Marchó rabo entre piernas, tan corrida,
que ni aun tuvo siquiera la salida
de decir: Están verdes, como antaño.
También hay para pícaros engaño.