Así que he rebuscado por internet y he encontrado los anuncios más polémicos que han salido a la calle, aquellos que han censurado o que han hecho estar en boca de todos por su impacto, mal gusto o discriminación.
Empiezo por la campaña de la marca Sisley para el otoño-invierno 2007-08, una campaña que se lanzó por internet en su día y dónde se comparaba la adicción a las drogas con la adicción de las fashion victims a la moda.
Más marcas de ropa han lanzado campañas polémicas como Sisley, sin ir más lejos, la conocida marca Dolce&Gabanna también estuvo en el ojo del huracán debido a un anuncio dónde se había fotografiado una escena en la que se incitaba a la violencia sexista y que podía llevar a entender que es admisible la utilización de la fuerza como un medio de imponerse sobre las mujeres.
Las enfermedades también han estado presentes en algunos anuncios, como por ejemplo la anorexia. En esta publicidad se muestra a una chica enferma de anorexia, y lo que se pretendía era impactar a la gente. La responsable, la marca de ropa Nolita, el objetivo, mostrar la influencia de la moda con esta enfermedad alimenticia.
La publicidad de las marcas de coches tampoco se quedan fueran del terreno, Fiat lanzó un anuncio en el que una mujer obesa se asomaba por el techo solar de unos de los coches de la marca, todo para mostrar a la gente que el techo solar de su coche era el más amplio del mercado.
Y por último, un anuncio de una marca de helados italiana, Antonio Federici, dónde se mostraba a una monja embarazada disfrutando del sabor de un helado cuyo eslogan era: Inmaculación Concebida.
El objetivo de la publicidad no es otro que la de impactar, llamar la atención, sorprender, pero ¿dónde está el límite entre lo lo admisible e inadmisible?