La piedra de la locura 1984 - Fernando Arrabal



Vino el cura a ver a mi madre y le dijo que yo estaba loco.

Entonces mi madre me ató a la silla, y el cura con un bisturí,

me hizo un agujero en la nuca y

me sacó la piedra de la locura.

Luego, entre los dos , me llevaron, atado de pies

y manos, a la nave de los locos.

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Un día, al mirarme en el espejo, observé que se me caían tres trozos de la cabeza como si fueran tres pequeños adoquines. Con cuidado logré colocármelos de nuevo.

Al día siguiente se me cayeron siete trozos. En efecto, parecían diminutos adoquines. Los volví a colocar teniendo cuidado de no cambiarlos de sitio.

A partir de entonces todas las mañanas se me caen trozos de cabeza e incluso de cara. Hay mañanas que se me desmorona media cabeza. Tengo que pasarme horas enteras en el cuarto de baño hasta lograr colocarlos de nuevo.

Hoy he sorprendido a mis familiares que, a mi espalda, comentaban:

Está cada día más raro, ahora le ha entrado la manía de no mover la cabeza en absoluto y de encerrarse horas y horas en el cuarto de baño.

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Etiquetas: Poesia

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