La Gran Suiza (VIII)
La historia de esta zona de la Confederación Helvética está marcada por las grandes rutas militares que usaron germanos y romanos para mover sus tropas y organizar sus conquistas, y por los caminos que vieron pasar miles de carros que contenían las más bastas telas y las sedas más transparentes y hermosas, el grano fruto del trabajo del hombre y las delicadas y frágiles especias que provenían del otro extremo de la tierra y servían para aderezar y conservar los alimentos.
En un principio eran senderos peligrosos, llenos de vándalos y asaltantes, que veían en el pillaje una manera fácil de obtener mercancías que luego revenderían en el mercado negro de las ciudades más alejadas.
La romanización hizo que los caminos se convirtieran en vías empedradas, aumentando la seguridad y la velocidad de los portadores de la mercancía, pero lo que no se podía evitar eran los pasos de montaña. Con la amenaza de congelación persiguiéndoles a cada paso, los mercaderes eran auténticos héroes que debían superar altitudes de hasta 2.000 metros para poder pasar de un valle a otro.
Felizmente para nosotros, hoy, unas fantásticas autopistas panorámicas nos permiten disfrutar donde otros sufrieron y vivir la naturaleza más alpina en todo su esplendor.
Además, estas carreteras trajeron no sólo mas riqueza mercantil, sino turismo de naturaleza, de deportes invernales y últimamente de salud.
Y una curiosidad más: las antiguas vías de comercio vieron una de las mayores migraciones europeas, fundamentales para la formación del Cantón de Graubünden, la de los walser, que provenientes del Ródano se establecieron en la zona pero sin mezclarse con la población existente, para conservar su lengua y tradiciones germánicas.
Si el paseo en coche por la zona es una delicia, imagino cómo será disfrutar de las largas caminatas que ofrece la región. Una maravilla.
El pueblo de las paredes pintadas
Sería imperdonable perder el tiempo en visitar otros lugares de Suiza y no acercarse a Guarda. Es un lugar único que parece salido de la más pura literatura helvética.
Único porque se derrama por una empinada explanada entre prados de montaña y valles de profundos ríos; porque presume de unas preciosas casas de los siglos XVII y XVIII con fachadas embellecidas con dibujos y escritos esgrafiados de los que hablaré en el siguiente rincón; porque sus calles parecen ocultar el siguiente recoveco, las preciosas placitas llenas de flores y fuentes, los grandes graneros y corrales que de lo cuidados que están más parecen casas de burgueses adinerados.
Son muchas más las razones que han hecho de esta localidad de los Grisones un confirmado Monumento Nacional.
La belleza de cada rincón, con los detalles que los habitantes han puesto en cada puerta, en cada ventana, en cada fuente... Podría haberme pasado horas haciendo fotografías sin parar, respirando cada bocanada de aire y de historia, días quizá.
Pero tanta belleza tiene un precio y lo que ha ocurrido en los últimos años, contado por un lugareños con el que entablamos conversación, es que el precio del suelo se ha quintuplicado, con lo que el gobierno cantonal ha tenido que establecer ciertas restricciones en la construcción y delimitar un área para nuevas edificaciones en un intento de no contaminar el aspecto de cuento que tiene Guarda y que le valió el premio Wakker por la preservación del entorno y la herencia arquitectónica.
Para llegar a él hay que desviarse un poco, pero créanme, vale la pena cada kilómetro que hagamos. Les dejo con las fotos...hablan por sí solas.
Los antiguos graffitti...pero con clase.
El bellísimo pueblo alpino de Guarda, es como hemos visto una fuente inagotable de belleza, pero tiene un encanto especial proporcionado por los esgrafiados que decoran la mayoría de sus casas.
Debido a la influencia romana de toda esta zona de los Grisones, Guarda es una de las pocas poblaciones que mantiene en perfecto estado su legado cultural que tiene su origen en los primeros graffitti a los que eran tan aficionados los romanos y que se pueden ver en lugares tan emblemáticos como Pompeya.
Aquí adquieren personalidad propia, ya que todos los escritos están en lengua romanche que tiene consideración de lengua nacional en Suiza y que tiene grandes influencias del latín, del italiano y del alemán.
Los esgrafiados de Guarda son de una belleza especial. Los dibujos son delicados y de trazo fino, y las frases que leemos en las fachadas son pasajes de la Biblia, o hacen referencia a la historia del lugar o de los propietarios de la casa. Algunas veces en tono jocoso, o con temas serios y trascendentes otras. Para que se hagan una idea de lo que es un esgrafiado, les explico: es una técnica decorativa que consiste en hacer incisiones sobre el cuerpo de un objeto ( en este caso de una pared ), en la parte superficial, de manera que quede al descubierto la capa inferior, que es de otro color. Generalmente se usan plantillas para conseguir motivos geométricos de repetición, aunque en el caso de este pueblo, la mayoría de los dibujos se hicieron sin plantilla, más bien como si dibujaran con un punzón sobre las paredes desnudas.
La técnica es realmente asombrosa, y el resultado es muy hermoso.
Fuente: este post proviene de Blog de ElVuelodeHermes, donde puedes consultar el contenido original.