Esta cultura nace en un pueblo de origen precolombino, el cual estaba situado en la costa sur de Ecuador, más específicamente en las provincias de Santa Elena y Manabí. Machalilla fue un pueblo que floreció por más de 800 años, abarcando desde el 1800 hasta el 1000 a.C.
Esta población habitaban en clanes que estaban conformado por las diferentes colectividades, algunos de estos constituyeron grandes tribus, las que a su vez se aliaron formando unas confederaciones de grandes magnitudes.
Su economía se basaba especialmente en el manejo de las plantas y el desarrollo de diferentes cultivos, en especial el maíz, aunque la subsistencia de esta cultura también se logró gracias a los aportes de la cría de animales, la pesca, la recolección y la caza.
En cuanto a su arquitectura, las viviendas de los Machilla poseían forma rectangular, y la misma estaba levantada sobre pilotes, como una novedad en lo que a costumbres funerarias respecta, ya que estos habitantes enterraban a sus familiares en el interior de las viviendas.
Dentro del arte de esta civilización, se destacaba la cerámica, la cual contaba con innovaciones tipológicas muy interesantes, como los recipientes de índole antropomorfo, el cual adquiere la forma que el alfarero captaba a la sociedad.
En el mundo de la ciencia, se ha logrado comprobar que dicha cultura practicaba en sentido occipital y vertical, la deformación craneana, puesto que se han encontrado diversas figuras que presentan este tipo de desfiguración.
En base a la religión, los arqueólogos han encontrado en una tumba de una mujer Machalilla, un cadáver en posición fetal, el cual se encontraba protegido por una pieza de cerámica con una forma similar a la del caparazón de las tortugas, por lo que se desconoce ciertamente a que Dios o dioses les rendían culto, aunque las mujeres eran las gobernantes de la organización religiosa y política.