Según los descubrimientos documentados hasta el momento, la historia de Irlanda parte alrededor de 8000 A.C, cuando los cazadores-recolectores que trabajan las minas y extraían los minerales de la tierra, llegaron de la Europa continental, probablemente a través de un puente de tierra que se puede apreciar en lo pocos vestigios arqueológicos de este grupo de islas que muchos años atrás conectaban la isla con el continente.
Posteriormente, en la primera mitad del siglo 5 D.C, llega San Patricio y otros misioneros cristianos, que con las ideologías religiosas trataron de someter a los indígenas celtas. Objetivo que no se logró en su totalidad, sino hasta el año 600.
Como si no fuera suficiente asimilar una intrusión que cambiara muchas tradiciones y costumbre en la historia de Irlanda, para el año 800 los vikingos procedieron a invadir el territorio. Cometiendo estragos en la religión traída por los cristianos y varias dinastías regionales de la isla, sin embargo, ambas instituciones demostraron ser lo suficientemente fuertes como para sobrevivir y asimilar a los nuevos invasores.
Luego, la llegada de los mercenarios Cambro-normando de Richard de Clare, segundo conde de Pembroke, en 1169, marcó el inicio de más de 700 años de la participación de los Ingleses en Irlanda. Sin embargo, la corona Inglesa no comenzó afirmando el control total de la isla hasta después de la Reforma Inglesa, cuando las constantes dudas sobre la fidelidad de los vasallos de Irlanda dio el impulso inicial para una serie de campañas militares, ya entre los años 1534 y 1691.
Este período se caracterizó también por una la implementación de una política de plantación, que dio lugar a la llegada de miles de colonos protestantes ingleses y escoceses.
En consecuencia de esto, a medida que la derrota militar y política de la Irlanda gaélica se hizo más clara en el siglo XVII, el papel de la religión como una nueva división en Irlanda se hizo más pronunciada.
El dominio ingles se volvió aún más arbitrario, en 1613 con el derrocamiento de la mayoría católica en el Parlamento irlandés, al crearse numerosos comunidades nuevas, las cuales fueron dominadas por protestantes. Ya para finales del siglo XVII, todos los católicos, que constituyen aproximadamente el 85% de la población de Irlanda, entonces, se les prohibió el parlamento irlandés. Para este punto, el poder político era liderado por los ingleses, haciendo especial presión sobre la institución eclesiástica de Irlanda.
Seguidamente, el año 1801, Irlanda se convirtió en una parte integral de un nuevo Reino Unido de Gran Bretaña. Los católicos fueron prohibidos en ese nuevo parlamento hasta el logro de la Emancipación Católica, que fue alcanzada en 1829, donde la condición principal era la eliminación de los más pobres.
Con este primer paso hacia la independencia constituido, el Partido Parlamentario Irlandés se esforzó desde el 1880 hasta alcanzar la autonomía de autogobierno a través del movimiento constitucional y finalmente ganó el Estatuto de Autonomía de 1914, a pesar de que fue suspendido en el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918).
Esto dio inicio a la Guerra de Independencia, que fue una guerra de guerrillas librada entre 1919 y 1921 entre el Ejército Republicano Irlandés y las fuerzas de seguridad británicas en Irlanda que dominaban Irlanda. Al final, en 1922, después del culminar la Guerra y concretar el llamado Tratado Anglo-Irlandés, la mayor parte de Irlanda se separó del Reino Unido para convertirse en el independiente Estado Libre de Irlanda, y después de la constitución de 1937, Irlanda. Aunque, los seis condados del noreste, conocidos como Irlanda del Norte, permanecieron en el Reino Unido.
Luego de esta travesía, la historia de Irlanda ha traído la mezcla de culturas, manteniendo las primeras creencias, y un amplio abanico de hechos interesantes que los irlandeses disfrutan de contar enorgulleciéndose de su memoria.