Por mucho que conozcas la región donde vives, siempre hay zonas que te pueden sorprender. Ibiza no guarda una, sino muchas sorpresas. Ayer descubrí un lugar que había oído en rumores, habladurías de bar, pero nadie acertaba a darme detalles. Un lugar apartado de la carretera, de los hoteles y alojamientos, de los bares musicales, de los chiringuitos, de los tenderetes ambulantes. Un lugar apartado del mundo: Es Portixol.
Si alguna vez viajais a Ibiza, tenéis que conocerlo. No os vayais sin visitar la Ibiza más profunda. Si dispones de coche, claro, porque este lugar se encuentra al norte de la isla donde no llegan los autobuses. Si te descuidas no llega ni la grúa, así que tened cuidado porque hay que recorrer caminos bastante sinuosos. Tanto que casi todo el mundo al final opta por ir andando.
La cala se encuentra situada entre San Mateo y el Puerto de San Miguel, en la carretera que conduce a la urbanización de Na Xamena. Al pasar las primeras casas encontramos un pequeño solar donde podemos dejar el coche. A partir de aquí, agua, buen calzado y la mochila con la toalla.
El camino se vuelve bastante empinado, lo que es bueno recordar para la vuelta. En un pequeño llano nos perdimos. Giramos a la derecha pensando que la cala estaría bien cerca. Menudo desastre. Recorrimos el doble. Cuando ya nos volvíamos un poco derrotados, alguien nos indicó el camino bueno. Desde la pequeña planicie había un sendero estrecho, no especialmente apto para personas con vértigo, pero tampoco nada del otro mundo.
Tras subir y bajar un par de montañas , llegamos al paraíso más preciado. Y todo lo que pueda contaros es poco.
A la llegada la playa tiene un aspecto circular fantástico. El agua entra mansamente entre las montañas y apenas se escucha el ruido de las olas. Parece una piscina. La paz es absoluta. Tan solo escuchas tu eco.
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