Si pudiera describir mi vida en estos momentos solo lograría usar dos adjetivos: aburrida y solitaria. Cuando apenas puedes controlar tus pensamientos para que estos no salgan como gritos reprochadores hacia la otra persona. Lo único que te sirve es negar la cabeza, poner los ojos en blancos y morderte la lengua.
Ya no hay lugar para mi en este hogar. Donde antes era mi resguardo, ahora se ha convertido en el hábitat de una bomba que pronto puede explotar; puedes encontrar un lugar de provisto pero temes que seas un estorbo o que te digan “¿puedes irte?”
Soy una aparecida en este hogar, se acabo toda la calma. A veces quiero correr a mi cuarto, ponerme los audífonos a todo volumen y dejarme distraer de los pensamientos, pero la triste realidad es que ya no existe ese lugar. La palabra ironía corre por mi cabeza constantemente, la disciplina que logro un poco de trauma en el pasado tuyo, ahora es accesible para ellos pero una triste realidad para mí.
“No respondas a tus mayores”
“Debes respetarlos, son tus padres”Por ello las palabras caen por mi garganta y terminan como un dolor en mi estómago. Todos los pensamientos se pierden como mi confianza.
“Déjamelo a mí, yo lo hago sola”Esas palabras ya se que significan. Libertad para ellos pero una rutina desgatada a nosotras.
“Por eso no pido favores”No, no pides favores a ellos aunque si nos obligas a nosotras. ¿Es justo?
Estoy cansada, no puedo más. Solo espero soportarlo un poco más.
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