icon-location-arrow Dirección: VICO FERROVIA 1/2/3/4, 80142 NÁPOLES (ATTANASIO FORNO)
Nápoles es un paraíso culinario. No sé si esta frase encaja con tu idea inicial de la ciudad, pero tenlo en cuenta si decides ir. Lo apreciarás en cuanto salgas a pasear. Además de la pizza napolitana, los diferentes tipos de pasta con sus respectivas salsas, en especial el ragú, los fritos (que no deberías despreciar) y los antipasti, están los dulces. Deliciosos y originales pasteles que te conquistarán el corazón. Así de claro. Debo confesar que jamás había oído hablar de ellos hasta que Tomás Campos nos puso sobre la pista. “El hotel está justo al lado de la mejor pastelería de Nápoles”, nos confesó nada más llegar a la Plaza Garibaldi y reconocer la zona. Y de cabeza que nos fuimos.
Los dulces, en Attanasio Forno
La pastelería en cuestión se llama Attanasio. Lo de ‘la mejor de Nápoles’, como comprenderéis, no lo pude constatar, pero es verdad que tiene cierta fama, yo diría que bastante. El domingo, poco antes de ir San Paolo para el Nápoles-Juve, descubrimos que se trataba de una pequeña versión de la pizzería Da Michelle: poco a poco se fue llenando de gente hasta que se desbordó el local. Una de dos: o a los napolitanos les gustan las aglomeraciones o la pastelería es buena. Por suerte, habíamos llegado con tiempo, poco antes de que abriera, y en seguida nos tocó la vez. Y no nos privamos de nada. (El lunes cierra. Nosotros no lo sabíamos y regresamos a España sin provisiones).
Sfogliatelle, un festival de sensaciones
Tomás Campos fue el cerebro de la operación. El objetivo estaba claro: sfogliatelle. Es el dulce más típico y tradicional de Nápoles. Una auténtica delicia. Está compuesto por multitud de finas láminas de hojaldre (sfoglia) y en Nápoles son conocidos como sfogliatella riccia. Están rellenos de ricotta (requesón) o de pasta de almendra. Darle un bocado es toda una experiencia: primero cruje como si se estuviera derrumbando un edificio y después te llena la boca de dulce relleno. Un auténtico festival. Pedimos las dos versiones de sfogliatelle y completamos el surtido con babá, un bizcocho (muy) borracho de masa fina remojado de ron o limoncello; y con un par de pasteles más.
Il vero caffè napoletano
El café es otra de las delicias en Nápoles. Ellos, orgullosos, se refieren a él como il vero caffè napoletano. Nosotros tuvimos la suerte de contar con un cicerone, nuestro amigo Achille, del que ya os he hablado en este blog. El local al que nos llevó no tenía nada de especial, salvo ser su cafetería preferida del barrio (Bar Gianni en el barrio de Vomero). Allí pudimos apreciar el café espresso (muy azucarado) y el caffè al cioccolato (sin azúcar y con chocolate) y salimos encantados, dispuestos a seguir comiéndonos Nápoles.
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