Lo tengo que reconocer: cuando en la ceremonia de los Óscar de este 2016 la película “Mad Max: furia en la carretera” ganaba seis estatuillas, no me lo podía creer. En ese momento no había visto la película (fue una de esas que se escapan ante tanta oferta que se acumula en los primeros meses del año) y cuando veía la publicidad pensaba que una secuela más de esta saga, con ese look tan macarra y excesivo, sería un fiasco de los buenos…
Menudo oráculo estoy hecho… Cuando meses después vi la película me encantó. Esa estética, ese desenfreno visual, esos movimientos de masas tan sincronizados y, sobre todo, esa loca imaginación que convertía en real un mundo tan raro fascinaban aunque el género de futuros post-apocalípticos no fuese de mis favoritos.
Para los que no la hayáis visto (y simplificando mucho, mucho) os diré que “Mad Max: furia en la carretera” nos sitúa en un futuro desértico después de una guerra nuclear. En él Max, un superviviente, se encuentra con Imperator Furiosa, que huye del tirano Immortan Joe junto con sus cinco esposas. La película cuenta la persecución de todo un ejército de fanáticos en pos de esos fugitivos que buscan una vida nueva en libertad. Aquí tenéis el argumento completo por si os ha picado la curiosidad.
La estética de la película es impactante, salvaje, también violenta y como sacada de un concierto de música punk. Los esbirros de Immortan Joe pintados de blanco contrastan con los tonos ocres del paisaje y las explosiones. Todo esto para vestir una road movie en la que el qué deja de ser importante para dar relevancia al cómo: persecuciones hemos visto decenas en el cine, pero ninguna como la de “Mad Max: furia en la carretera“, con su ritmo, su montaje, su coreografía. Simplemente esas escenas en esta película son mastodónticas.
La cinta forma parte de la saga “Mad Max” que protagonizó Mel Gibson en los años 80 y que tenían acción y entretenimiento en cantidades industriales. Esta cuarta, que supone un nuevo lanzamiento de la saga (lo que llaman ahora un “reboot“) supone sin embargo un salto cualitativo impresionante.
Así, de unas aventuras para disfrutar una tarde de sábado se pasa a un espectáculo grandioso con unas escenas llenas de adrenalina que quitan el aliento, como la de los camiones a toda velocidad con los tubos de escape lanzando humo y los altavoces a toda potencia. Ese momento es de los que se te quedan grabados en la retina y justifica los seis Óscars técnicos que ganó en febrero. Pura épica.
El director de la película es el australiano George Miller, que también se encargó de las tres cintas anteriores y que en ésta en particular hizo un trabajo increíble. Años atrás dirigió también dos cintas que siempre me han encantado: “Las brujas de Eastwick” y “Babe, el cerdito valiente“. Actualmente parece que está en pleno proyecto para una nueva “Mad Max“. Desde luego que el listón lo ha dejado altísimo…
El reparto de “Mad Max: furia en la carretera” está encabezado por Charlize Theron, modelo estadounidense nacida en Sudáfrica, que empezó haciendo anuncios para “Martini“, trabajó en “Las normas de la casa de la sidra” (película por la que siento debilidad), y ganó el Óscar por su interpretación en “Monster“. En la película de hoy simplemente borda su papel y, según parece, en la nueva “Mad Max” que se prepara (dicen que precuela), ella volverá a la piel de Imperator Furiosa.
A su lado está Tom Hardy, el británico de 39 años que está ahora mismo en lo más alto de su carrera después de trabajar en “Origen“, “El caballero oscuro: la leyenda renace” y “El renacido“, de la que ya os hablé en esta otra entrada.
Quien me llamó la atención en esta “Mad Max” fue Nicholas Hoult, que se pone en la piel de Nux, uno de los trastornados seguidores del cacique. Su papel resulta de lo más interesante por la evolución de su personaje. Este británico de 26 años fue para mí la sorpresa de la película por plasmar de una manera tan hiperreal el fanatismo, la devoción y el coraje.
Quizás esté lejos del tipo de películas que suelen aparecer en el blog, pero “Mad Max: furia en la carretera” merece su lugar en esta sección de Grandes Películas.
Sólo por el ingente trabajo en diseño de producción para orquestar las escenas de persecuciones merece ser vista. Dejando a un lado las escenas violentas y lo poco novedoso del argumento, con esta “Mad Max” se disfruta y mucho, porque lo de menos es lo que cuenta, sino cómo nos lo cuenta. Y lo hace de una manera espectacular.
“Mad Max: furia en la carretera” (“Mad Max: Fury Road“, George Miller, 2015)
¿Sabéis quién está detrás de la iluminación de “Mad Max: furia en la carretera”?
El responsable de la dirección de fotografía de esta película se llama John Seale y cuando veáis ahora las películas en las que ha trabajado no os lo podréis creer. El bueno de Seale fue el encargado de la fotografía de “Único testigo“, “La costa de los mosquitos“, “Rain Man“, “Gorilas en la niebla“, “El club de los poetas muertos“, “El paciente inglés“, “El talento de Mr. Ripley“, “La tormenta perfecta” o “Harry Potter y la piedra filosofal“. Casi nada… Impresionante filmografía de un artista de la luz.
La entrada es un contenido original del blog Descartes no fue al cine