El fin de semana pasado por fin pude ver Making a Murderer. He estado unas semanas de sequía de Netflix, desde que mi pobre portátil dejó de seguirme el ritmo. Podría haberme comprado una smartv pero me he tenido que ahorrar un poco más para comprar un nuevo portátil, mucho más provechoso, que una es tan adicta a escribir y como a ver ficción online.
Pues me la zampé enterita en día y medio. Igual no os parece gran cosa, pero si tienes hijos pequeños intenta ver 10 horas de ficción casi del tirón, tiene mucho mérito.
Making a Murderer es una docuserie de Netflix que cuenta la historia de Steven Avery, un condenado por agresión sexual que pasó 18 años en la cárcel injustamente. Después de pelear contra la justicia durante 10 años, un detenido confiesa ser el autor de la agresión por la que estaba condenado Avery; pues todavía tardaron 8 años más en sacarlo de la cárcel, necesitaron una prueba de ADN que situaba al segundo detenido en el crimen por el que estaba preso Avery.
Tras salir de la cárcel Avery pasa dos años reclamando justicia y cambios en las leyes que garanticen que lo que le pasó a él no vuelva a ocurrir y cuando lo consigue… ¡zas! Le acusan de un nuevo crimen.
Tienes que ver Making a Murderer porque:
Su ritmo me pareció sencillamente perfecto
La curiosidad, y otras cosas que veremos después, hace que te enganches desde el primer momento. Pero lo bueno es que siempre te deja con ganas de más y que el ritmo se adapta a lo que te están contando. Aunque los episodios duran todos más o menos una hora, los hay más largos y más cortos, pero todos ellos juegan perfectamente con el ritmo y la tensión. A parte del guion, las imágenes y la música juegan un papel importante en el ritmo y en su efecto hipnótico.
Un guion increíble e impactante
Es un caso real, pero hay un gran trabajo de guion detrás de todo. El juego con el ritmo que comentaba en el punto anterior se consigue gracias al guion, el orden y la forma en la que te muestran cada novedad o cada dato importante. Puntos de giro inesperados, un buen gancho al final de cada episodio y un montón de datos plantados (que no siempre se recogen) para que el espectador haga su propio juego.
Estética visual que hipnotiza
Quizás esto es algo que me ocurre sólo a mí, sé que es poco normal y por tanto puede ser que no le pase a nadie más, pero siento una especie de atracción hacia un determinado tipo de paisaje industrial y geométrico. Lo he pensado algunas veces, qué es lo que me gusta, por qué me parece bonito ver los contáiners en el puerto formando paredes de rectángulos de colores gastados como si fuera un Tetris gigante con piezas de una sola forma. No tengo una respuesta, no lo sé, pero cuando paso por el puerto no puedo evitar pensar “qué bonito” y admirar el paisaje.
Seguramente es algún tipo de problema psicológico, una psicofilia (me lo acabo de inventar), no lo sé, pero estoy segura de que hay una explicación científica y que tiene que ver con la geometría y el orden. Igual me pasa con los contáiners, que con libros, con imágenes aéreas de zonas industriales. Creo que es lo mismo que les ocurre a otras cuando entran en librerías o papelerías cuquis y lo ven todo ordenadito y tan bonito, pues a mí me pasa con otro tipo de imágenes menos cursis.
El caso es que los paisajes de Making a Murderer me encantan, con esas hileras de coches antiguos, sobre campos verdes o nevados. Sí, sí… se me juntan la geometría y los coches antiguos, ¿puede ser más bonito? Que alguien me diga cómo se llama mi trastorno, por favor.
Making a Murderer no acaba con la serie
No es en absoluto un proyecto transmedia, no es la intención del documental, aunque sería un ejemplo perfecto para ello. Pero no les ha hecho falta. La temática de los crímenes reales en Estados Unidos funciona muy bien y este ha despertado mucha curiosidad y ha motivado a algunos espectadores a llevar la serie más allá que una simple ficción.
¡Atención spoilers!
Making a Murderer, consigue en el primer episodio que nos subamos al carro y realicemos todo el viaje junto a nuestro héroe: Steven Avery. Muchos, cuando terminan la serie, no pueden bajarse del carro y encuentran en Internet a otros con quien discutir todos los detalles del caso Hallbach, buscar culpables entre el resto de protagonistas o analizar a criminales conocidos, o desconocidos, para encontrar al “verdadero culpable” de la muerte de Teresa Hallbach, por la que Steven Avery sigue en la cárcel hoy en día.
Después de la serie Avery ha conseguido una nueva abogada experta en mala praxis judicial y policial y, por tanto, en liberar presos de la cárcel.
Se han recogido firmas para que Obama indulte a Avery.
Es alucinante que esté todo documentado
Una historia de crímenes reales
No me considero especialmente fan de este tipo de programas, pero me he puesto a analizarlo y sí, los veo. No siento que lo haga por morbo, pero supongo que debe ser eso. Suelo mirarlo con la fascinación de no entender cómo algunos son capaces de hacer cosas así. Y también por interés profesional, me gusta la novela negra y las pelis de misterio así que siempre los veo para deformar las historias o tener base para inventar otras.
Porque realmente te toca la fibra
Por todo lo que he expuesto antes, y por todo lo que detalla el documental, hábilmente guionizado, te subes al carro con Avery en el primer episodio y no puedes bajarte. Tienes tus dudas en algunos momentos, pero te subes de nuevo. Y da mucho que pensar. Te deja días y días pensando. Quizás él no sea inocente, pero cuántos inocentes hay en la cárcel. ¿Cuántos culpables siguen sueltos?
¿Has visto la serie? ¿Qué te ha parecido? ¿No te habrá dejado frío?
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