Como viví el terremoto en Manabì

Vivir un terremoto es algo que nunca imagine, da la sensación de estar viviendo un sueño del cual quisieras despertar.

Cuando empezó estábamos en el comisariato, apenas sentimos el temblor pensamos que pronto pasaría. Pero cuando comenzaron a caer las cosas de los estantes, me di cuenta que era algo distinto. Las luces se apagaron y mientras mi esposo agarraba mi mano corrimos hacía el exterior. Mi primer pensamiento fue en mis hijos, la desesperación se apoderó de mí, mientras subíamos a nuestro carro empecé a rezar, en nuestro recorrido empezamos a ver edificios caídos, carros aplastados, gente gritando en las calles, cables y postes que impedían el tráfico, parte de la ciudad en escombros.

Intentaba comunicarme con mis hijos, me preocupaba mi padre y mis hermanos, marcaba y marcaba, pero la comunicación era imposible lo que hacía que mi desesperación aumentará. De cuando en cuando escuchaba a mi esposo decir cálmate, cálmate, pero no funcionaba porque mientras más avanzamos el panorama era aún más desolador. Casas y edificios que se habían venido abajo en menos de un minuto y la desesperación en la gente se sentía en cada rincón. Llegamos a casa y gracias a Dios mis hijos estaban bien, apresurados salimos nuevamente en busca de mi padre, afortunadamente, aunque afectado visiblemente él estaba ileso al igual que mis hermanos.

Fue una noche interminable, lo único que nos mantenía comunicados era la radio donde sus periodistas realizaron una encomiable labor. Desde el primer momento se sintió la solidaridad entre amigos, entre vecinos y familiares.

Se empezaron a escuchar los reportes desde los distintos lugares y la desesperación de las familias por los desaparecidos y atrapados en edificios y casas caídas. Fueron momentos difíciles, interminables y aterradores.

A nuestro miedo se agregó una alerta de tsunami que se extendió de manera irresponsable, haciendo que la gente intentará alejarse de las costas. El desconocimiento hizo que las personas aún ubicadas en zonas altas intentarán salir de la Ciudad.

El terremoto, no ocasionó daños materiales, tampoco perdida de familiares cercanos, pero mi corazón está de luto por las personas fallecidas, por conocidos y amigos que nunca más veré, por aquellos que lo perdieron todo y que ahora permanecen en albergues provisionales. Me fortalece la solidaridad desplegada desde distintos rincones del país y de naciones hermanas, que nos hacen sentir que no estamos solos, que nos alientan a levantarnos para volver a comenzar que hacer que las ciudades afectadas tengan un nuevo comienzo.

Cifras

La cifra de muertos por el terremoto de 7,8 registrado el sábado 16 de abril en Ecuador asciende a 654. 48 desaparecidos, 17638 atenciones en salud, 4605 heridos, 29067 albergados, 113 rescatados, 281 escuelas afectadas.

El epicentro se registro en el cantón Pedernales en la provincia de Manabí, con una profundidad de 20 km.

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Fuente: este post proviene de Carmen Menéndez Zambrano, donde puedes consultar el contenido original.
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