Lo cierto es que otra autora, Laura Sanz y yo, nos liamos la manta a la cabeza y decidimos organizar una reunión informal, abierta, positiva, propositiva, en el que además de tener nuestro huequecito propio en la feria donde encontrarnos con nuestros lectores y lectoras, pudiéramos conocernos entre nosotros, desvirtualizar nuestras relaciones facebookianas, y compartir experiencias y conocimiento sobre todo lo que rodea nuestro trabajo como escritores y escritoras.
Y fue un éxito absoluto, de asistencia (vinieron autores y profesionales del mundo de la autoedición de distintos sitios de España), de ambiente (hubo risas, sorpresas, buen rollo), de generosidad. La generosidad es una virtud arrolladora, porque genera ese movimiento tan buscado y a veces tan complicado, el «win-win» o «todos ganamos» que, a menudo, se echa mucho en falta. En este encuentro hubo mucho de eso, y todos salimos ganando.
Así que ahora solo tengo un sentimiento enorme de agradecimiento: las charlas informales fueron posibles porque las personas a las que se lo pedimos nos respondieron sin dudarlo, con un sí incondicional (¡gracias Isabel, Mimmi, Nere, Fran, Tamara, Noa, Mónica, Gemma, Elena, Ainara!). La plataforma de autoedición Bubok nos contactó para ofrecer su apoyo desde el primer momento (mil gracias a Natalia y Sergio) y Amazon respondió a nuestra invitación y, casi a última hora, cuando ya casi no contábamos con ellos, aparecieron Carlos y Álvaro, ambos rde KDP en España (muchísimas gracias a ambos, también). Y gracias a lectoras, amigas, a otras autoras de editoriales que siempre responden porque compartimos mucho más que tener o no tener (editorial, se entiende).
Y a Laura Sanz, que con ella ha sido mucho más fácil y divertido.
¿Algunas conclusiones que he sacado de este encuentro?
Que hay muchas ganas e interés en reunirnos y compartir charlas entre autores, con una cierta periodicidad. Ganas de aprender, de mejorar, de hablar.
Que da igual el sitio, el clima, los medios (o la falta de ellos) y los obstáculos: mientras haya ilusión y voluntad, todo es superable.
Que Facebook o las redes nunca jamás podrá sustituir las relaciones que se crean cara a cara. Vernos, tocarnos, conocernos, es lo más.
Que sin Facebook y las redes, esto no se hubiera podido organizar.
Que el colectivo es más poderoso que cualquier individualidad o lucha de egos.
Que cuando reúnes a gente tan diversa con intereses comunes y se genera el ambiente adecuado, siempre surgen cosas buenas. Siempre te llevas algo extraordinario de ahí.
Que nos hubiera encantado vender nuestros libros, pero que aun con la complicidad de una caseta, no es fácil si no hay una convocatoria de firmas, si no tienes visibilidad «oficial».
Que organizar tiene un coste, en tiempo, en esfuerzo, en resultado, antes y durante: estás a todo pero no estás para casi nadie porque te sientes responsable de que la cosa fluya y salga bien (o al menos, a mí me pasa).
Que el esfuerzo merece la pena y el éxito es de los audaces: ¿quién nos iba a decir a Laura y a mí que lo que empezó como una idea de «tenemos que hacer algo», iba a salir tan bien?
Y, en definitiva, que si se trata de celebrar la fiesta de la lectura y el amor a los libros, no es necesaria invitación: es imposible ponerle vallas a todas esas praderas estupendas del Retiro, al igual que es imposible detener el empuje de los tiempos, señores.
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