El brote de sarampión en Italia contabilizó más de 4,400 casos en 20 regiones, de enero a agosto de 2017. El promedio de edad fue de 27 años, el 88% de los casos se debe a que las personas no están vacunadas. La incidencia más alta fue en bebés menores de un año de edad.
La razón principal de este brote, según los investigadores, es la acumulación de un gran grupo de población susceptible al sarampión debido al rechazo a la vacuna contra el sarampión en Italia a lo largo de los años.
La aceptación de la vacuna contra el sarampión fue muy baja en los años posteriores a su introducción en Italia en 1976 y esto ha conducido a grandes vacíos de vacunación entre adolescentes y adultos jóvenes.
Aunque la adopción de la vacuna mejoró después de la implementación del primer plan nacional de eliminación en 2003, alcanzando el 90.6% en 2010, nunca se alcanzó el objetivo del 95%. La adopción se mantuvo estable en alrededor del 90% hasta 2013, pero desde entonces ha disminuido al 85,3% en 2015, lo que lleva a un mayor aumento en el grupo de niños susceptibles menores de cuatro años, el grupo de edad con la mayor incidencia en el brote actual.
En julio de 2017, el gobierno italiano aprobó una ley que amplía el número de vacunaciones obligatorias en personas de hasta 16 años de edad. A partir de septiembre de 2017, se exigen pruebas de vacunación contra 10 enfermedades prevenibles por vacunación o de haber concertado citas con el servicio de vacunación local para recibir las vacunas faltantes antes del 10 de marzo de 2018, para asistir al jardín de niños y guarderías.
Los niños mayores que asisten a la escuela primaria o secundaria también deberán presentar prueba de vacunación; la falta de cumplimiento no limitará su acceso a la escuela, pero los padres que rechacen la vacunación deberán someterse a una entrevista por parte de las autoridades de salud locales y explicar sus razones para no vacunar. Después de la entrevista, las sanciones financieras se aplicarán a las familias que continúan negándose a vacunar a sus hijos.