Abierto hasta el amanecer no fue un éxito en taquilla aunque lo tenía todo. Para empezar, una pareja creativa de moda: Robert Rodríguez venía de triunfar con El Mariachi y Desperado, y Quentin Tarantino ya había estrenado Reservoir Dogs, Pulp Fiction y los guiones de Amor a quemarropa y Asesinos natos. Además, la película tenía un reparto contundente: el emergente George Clooney junto con el propio Tarantino eran los protagonistas, secundados por Harvey Keitel, Juliette Lewis y Danny Trejo. ¿Hemos mencionado ya que era una película de vampiros ambientada en la frontera entre Texas y México? Pues sí, lo tenía todo. Incluso un nuevo mito erótico.
Salma Hayek tenía 29 años cuando Rodríguez y Tarantino le propusieron interpretar a Satánico Pandemónium, una exuberante bailarina que era además la reina vampiro de La Teta Enroscada, una madriguera de no muertos en la que los protagonistas terminan atrapados. Después de una modesta carrera en su México natal, Hayek había saltado a la fama en la anterior cinta de Rodríguez, Desperado, y con Abierto hasta el amanecer tenía la oportunidad de convertirse en la bomba latina definitiva. Solo había un problema: la actriz sufría una fobia crónica a las serpientes y, como recordaréis, una enorme pitón albina era su compañera de baile en la tórrida escena en la que Satánico Pandemónium hipnotizaba al público y a Quentin Tarantino con su contoneo. En un primer momento, la mexicana no parecía entusiasmada con la idea de tener como partenaire a una serpiente constrictora capaz de matar por asfixia a una gacela. Para forzar a la actriz a luchar por su papel, Tarantino le hizo creer que la mismísima Madonna también aspiraba al papel. Espoleada por esta amenaza, la mexicana se sometió a sesiones de hipnosis para atenuar su fobia y finalmente se subió a ese escenario para bailar al ritmo de In The Dark y enseñarnos que para beber bien un tequila no hacen falta ni sal ni limón.
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