Y si miras en el fondo, siempre habrá algo que destacar.

¿Sabes? Esta noche está media melancólica, me di cuenta al mirar por la ventana y darme cuenta que no estaba aquella estrella que siempre aparece a eso de las 19:35. No brillaba, no apareció. La esperé ansiosa, me quedé ilusionada esperándola, pero no apareció. Recordé esas veces en que quería escuchar música y mis audífonos como siempre estaban enredados, como esa vez en que quería esperarle escuchando música.
De pronto vi un brillo ¿Será ella? Me pregunté, pero no, eran gotas que comenzaban a caer, y que a uno le dio el brillo del sol al poniente, otra pequeña ilusión. De pronto te pensé cuando gota a gota comenzaron a recostarse en el techo de la casa de mis vecinas ¿Será tan grato como lo hacen parecer ellas? Me gustaría un día probarlo, quizás en otra vida ser una lágrima de nube y caer como quiero sobre algo, quizás tu mejilla, tus labios, tu ojo, para que me tengas presente siempre, aunque sea una pequeña molestia momentánea. Y de pronto, en la siguiente, siguiente y siguientes gotas, te pensé y me pregunté ¿Por qué no estás aquí? Que placer ha de ser escuchar tal melodía pura, uniforme, inocente, y la música estaba allí, escondiéndose de mis pensamientos, y fue justo allí donde una sonrisa se dibujó en mi rostro, efímera como el brillo de aquella gota, ya que los recuerdos llegaron y ella se amplió, llamemoslo madurar.
Las gotas parecían viajar y deslizarse con el viento, que buen complemento ellos dos, los arboles parecían disfrutar del agua, danzaban con ayuda del viento ¿Será su novio? o ¿Serán amigos? No importa la época en que los miré y los quiera analizar, en verano le da aquella frescura que nosotros deseamos y odiamos que el sol nos as quite. En otoño sin importar que sus hojas estén débiles y necesite de ayuda para botarlas, como renovando su cabellera, y pierda aquél color, sigue acariciándolo como la primera vez. En primavera pareciera que disfruta su aroma, su color, sus ramas, su vida tan propia. Y en invierno, pareciera que le brinda calor, un abrazo protector que cualquiera envidiaría y añoraría tener en días fríos, y que solo entre ellos pueden brindarse y entender. Y allí, cuando analizaba todo aquello, nos analicé, nuestros abrazos, nuestras miradas, nuestras sonrisas...
Aunque la oscuridad llegue, no dejes de buscar, siempre estará allí, siempre será la segunda a la izquierda.
a música volvió a escuchar, primero a lo lejos, luego el instrumental y luego la voz, que bien sonaba todo. Y tú seguías allí, como si nada. Y aún me preguntaba ¿Por qué no oímos la lluvia y nos enamoramos un poco más? Y la lluvia cesó, el cielo despejó y la estrella apareció. ¿Sabes cuál es? Es esa en la que me refugiaste  la primera vez, la segunda a la izquierda. Gracias por bajarme la estrella y convertirla en algo real.
Y si miras al fondo, estará aquella estrella, gracias al brillo de tu sonrisa, de tu ansiedad por encontrar algo, de mi por querer encontrarte, por buscarte al mirar el cielo, de encontrar  tal brillo por segunda vez en tu sonrisa. 
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