Que me quiero ir, que quiero esto, que quiero lo otro, que no sé, que me gustó escribir, que no me quiero quedar, que quiero cantar, que tengo miedo, que quiero viajar, que no se si valga la pena, que te amo, que no me entiendes, que por dónde es mejor, que aquí o allá, que me lo merezco, que no puedo, que si pude, que me falta, que es poco, que es mucho, que quiero pronto, que quiero lejos, que no se si me valoras, que si lo hice bien, que si lo hice mal, que quiero algo, que quiero más, que quiero otra cosa, que quiero lo mismo de siempre, que cambié de opinión, que pienso distinto, que hay que hacer lo que se debe, que hay que hacer lo que se quiere, que está mal, que no me importa, que está bien, que lo haré, que no podré, que lo lograré, que no sé como me vaya, que esto es lo mejor, que esto es lo que quiero, que esto es lo que deseo, que me equivoqué, que no puedo volver atrás, que quien creerá en mí, que si esto es lo que quiero que no, que cómo lo hago, que por donde empiezo, que mejor si, que mejor no, que a donde voy a parar, que a donde debo ir, que cómo me irá, que si me voy, que si me quedó, que me arrepentiré, que si pudiera, que si lo lograra, que cómo lo hago, que cómo saber si es lo mejor?...
¿Qué hacer, lo que quiero, lo que siento, lo que debo?... ¡Perdón! Estaba pensando en voz alta. Una vez alguien me dijo: -El tiempo de Dios es perfecto. Y lo estoy comprobando, pero cómo saber cuál es ese punto en el que se debe actuar y el que se debe esperar al momento perfecto, si el tiempo pasa y no espera...