WEDDING IN BLUES

Lo tengo comprobado: para muchas mujeres, adquirir un vestido para asistir como invitada a una boda es sinónimo de trauma. Sin embargo, para mi, engalanarse para disfrutar de un enlace matrimonial es una gozada.

Durante gran parte de mi vida he tenido el dress code como referencia intocable a la hora de vestirme para acudir a cualquier compromiso de carácter social, pero, en los últimos tiempos, reconozco que es posible saltárselo (incluso necesario y muy divertido). Eso sí, para hacerlo hay que tener claro las reglas de oro que rigen el fascinante mundo de los vestidos de fiesta, sus diferentes estilos y sus diversos cortes y colores.

Hoy en día son escasas las oportunidades que tenemos para ponernos un vestido con grandes volúmenes, por ejemplo, como sucedía en décadas pasadas. La moda actual apuesta por el minimalismo y el less is more. No cometer excesos es más que aconsejable, de acuerdo; no obstante, siempre hay maneras de escapar de la homogeneidad soporífera a la que a veces los dictámenes de la moda nos someten.

Dicho lo cual, hoy os acerco la propuesta para el "bodorrio" de unos amigos el pasado sábado (que, por cierto, hizo un día buenísimo), en la Iglesia de San Pedro en Gijón, elegida en función de mi silueta y mi estilo personal, con la que creo que salí airosa: 

un conjunto de tres piezas de la boutique Nimú Uría, formado por un crop top de flecos enriquecido con motivo de fantasía en los hombros, bolerito a juego y falda de talle alto, corte asimétrico (más larga por la parte posterior) y bello tejido, en favorecedor azul klein (si estás un poco morenita) que, además de seguir las consabidas tendencias, fue clave para realzar mi look y hacerlo más especial, si cabe. Una pieza diferente, con mucha personalidad, diseñada y hecha a medida por la propia modista de Nimú que, a mi juicio, funcionó de maravilla al combinarla con unos divertidos peep toes de la tienda online Motufashionen la misma tonalidad (que ya os enseñaba hace unos días aquí), salpicados de strass en el tacón, para arrojar un poco de luz al zapato y a la vez, hacer un guiño a los detalles en plata del corpiño.













Respecto de las joyas, decidí no abusar de ellas para no recargar demasiado el outfit, ya que el top llevaba pedrería bordada, como os decía, así es que, me olvidé del reloj y simplemente aposté por unos bonitos pendientes de plata y circonitas engastadas (amor a primera vista, como os comentaba el otro día aquí), muy sencillos, eso sí, pero con historia, ya que Moisés, el encargado de la Joyería Otero en Oviedo, me contó que habían sido adquiridos a un fabricante turco en una feria de joyería en el extranjero, porque le fascinó su acabado. El caso es que a ambos nos apreció que irían en perfecta sintonía con el escote y teniendo en cuenta el tipo de peinado, ya que mi amiga, la estilista capilar Sara Ruesga, me había recomendado llevar el pelo recogido en un tirante moño alto trenzado en la parte superior, con flequillo lateral, dejando el cuello al desnudo.



Finalmente, para rematar el look, mi amiga Rocío, propietaria de la boutique (que es un amor), me animó a completarlo con esta réplica del famoso bolso Torre Eiffel de Timmy Woods que colgaba de la mano de Carrie Bradshaw en la primera entrega cinematográfica de Sex and the City (una oda a París y una pieza de culto y devoción para las adoradoras del "estilo Bradshaw"), en edición limitada, que aportó el sello personal a mi estilo, dándole un toque chic y sofisticado, pero actual y moderno a la vez.









El banquete fue en el exclusivo Castillo de San Cucao; un espacio singular en el que tampoco pude desaprovechar la ocasión de tomar alguna que otra instantánea.





Corpiño, bolero, falda y bolso: Nimú Uría (aquí).

Peep Toes: Motufashion (aquí).

Pendientes: Joyería Otero (aquí).

Hairstyle: Sara Ruesga Peluquería (aquí).




Y a vosotras, 

¿os ha gustado el look?

¿Cómo soléis vestiros para bodas y celebraciones de este tipo? ¿Os gusta más ir de corto o de largo?

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