Es cierto que desempeñamos un papel importante en la visita a un enfermo, pues a través de ella comunicamos que sentimos gran preocupación por su estado, que no están solos y que cuentan con nuestro apoyo.
Antes de todo se preguntó si el paciente ¿quiere verle o puede recibirle?. No ¿verdad?. De seguro vamos como locos de visita sin conocimiento previo de su estado real. Así que es mejor, llamar primero y solicitar información.
Ya en la clínica, hospital, casa o donde se encuentre recluido el enfermo, debemos seguir ciertas pautas de comportamiento para dejarlo mejor de como lo encontramos:
Sabemos que es más que conveniente hablar en voz baja, no hacer ruidos molestos que perturben su tranquilidad y por ello y en primer lugar; apague, guarde, regale o bote el puñetero celular y concéntrese en el propósito de su visita.
No lo haga:
Programar su visita en horario de comidas.
Llevar alimentos sin previa autorización.
Hacer preguntas incómodas o inapropiadas.
Sentarse en su cama o en otra vacía.
Ver televisión.
Mirar el reloj constantemente.
Quedarse fisgoneando cuando el médico entra a revisión (a no ser que necesiten de su ayuda).
No desobedezca las reglas y apuéstele mejor a:
Llevar una sorpresita: libros, juegos de mesa; si le gusta tejer, materiales para ello, música, flores y si le permiten, algo especial de comer o beber.
Cestos con varios regalitos envueltos individualmente y con indicaciones de abrir uno por día. (Descarga, recorta y regala. En la pestaña "Imprimibles", encontrarás algunas tarjetitas).
Conversar sobre temas agradables, anécdotas divertidas y que hagan al menos sonreír.Recuerde:
Media hora es un tiempo de visita prudente.
De momento es todo por hoy y si te ha gustado, compártelo.
Fuente: este post proviene de VICTORIA YI, donde puedes consultar el contenido original.
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