Utoya. 22 de julio

En dos mil once, un asesino de extrema derecha mató a setenta y cinco jóvenes en un campamento del partido socialdemócrata en Noruega. La película elige un estilo casi documental, siguiendo la matanza desde el punto de vista de las víctimas, niños y jóvenes para los que una tarde de verano en un campamento se transforma en una pesadilla. La sorpresa, el desconcierto y luego el terror, se suceden porque que la muerte llega por todas partes y al azar. La forma narrativa, una sola secuencia continuada sin cortes ni respiros, funciona y hace al espectador experimentar en primera persona el horror, más que cualquier documental hubiera podido hacerlo. Buen cine, relevante y duro, que documenta un episodio de la historia reciente que no debe caer en el olvido.

Puntuación @cineEnCines: 7/10


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