Los cementerios me transmiten paz, pero hay días en los que no me gusta ir.
Hola!!!!! Qué tal estáis?
La verdad es que hoy no iba a escribir nada, mi idea es empezar a actualizar lunes, miércoles y viernes para darle un ritmo al blog pero ya que por todas partes veo cosas de Halloween o de Difuntos me apetecía hacer una simple reflexión respecto a esto último, a los que ya no están con nosotros, porque tengo tantas cosas en la cabeza que quería compartirlas.
Para empezar me considero una afortunada porque de momento tengo a mis padres, y eso es una suerte e intento aprovecharlo, pero hace unos años que se fueron mis abuelos, un matrimonio que compartió su vida durante unos 60 años y cuando se fue uno, tal como siempre nos anunciaron, el otro le siguió, solo cuatro meses después.
Yo no voy al cementerio, entre otras cosas porque dejaron escrito que querían ser incinerados y sus cenizas fueron esparcidas, pero es que tampoco voy al lugar donde se esparcieron esas cenizas, no soporto ir al lugar donde descansan, no puedo.
Creo que lo más importante es disfrutar de la vida y cuando esa persona se va nos queda su recuerdo, ese recuerdo compartido con los nuestros, hay que quedarse con eso y saborearlo, no dejar que se pierda.
Mis abuelos me llenaron la infancia de buenos recuerdos, ellos que apenas pudieron ser niños por vivir en un país en guerra, hicieron que mi infancia fuera realmente buena. Y por eso yo intenté hacer siempre lo mismo con mis hijos y aunque ahora son mayores sigo intentando buscar cosas que hacer y compartir para que el día de mañana ellos también lo hagan con sus hijos.
Sé que tuve suerte de tener a mis abuelos mucho tiempo, no todo el mundo puede decir que a su comunión van los bisabuelos, como decían mis hijos, pero no por eso sentí menos pena cuando los perdí, soy una egoísta y me hubiese gustado disfrutarlos mucho más, me costó mucho asumir su pérdida.
Hoy o más binen mañana se supone que debemos recordar y honrar a los que ya no están pero a mí nunca me gustó este día, en muchos casos es el día de aparentar y cuando estaba en la floristería de mi madre lo pude comprobar al cien por cien. Por supuesto hay gente que va al cementerio con todo su amor, eso está claro, pero a mí no me gusta ir hoy y prefiero celebrar Halloween y dejar a los muertos tranquilos, especialmente porque en mi caso los recuerdo todos los días, absolutamente todos.
Muchas veces me gusta sentarme a ver fotos de mi infancia y recuerdo lo bien que lo pasaba cuando iba a comer a casa de mi abuela y me dejaba revolver y sacar todo lo que tenía, todas esas cosas que para mí eran tesoros.
Y recuerdo los veranos en la finca familiar, comiendo debajo de los manzanos y jugando a columpiarnos o al balón, saltando y rodando por la cuesta del prado y llenas de felicidad, sin problemas..
Recuerdo las mañanas de verano cuando me asomaba a la ventana para ver a mi abuelo llegar, y si era sábado nos llevaba con él a caminar por sitios interesantes y misteriosos y nos contaba muchas historias de esas que no se olvidan.
Recuerdo el olor de la casa de mis abuelos al atardecer, que olía a cena y hogar, o el día de Navidad, que olía a cosas maravillosas, recuerdo como olía el baño a jabón de marsella o chimbo, y también recuerdo cuando me peinaba mi abuela, que era un martirio, jeje, porque su nieta tenía que ir limpia y repeinada.
En días como hoy me vienen a la cabeza las imágenes más bonitas, toda la familia cogiendo castañas que luego asábamos y tomábamos con sidra dulce, o cuando íbamos a coger manzanas, y al atardecer mi abuelo quemaba la hojarasca, aquello sí que olía bien y nosotras mirábamos el ocaso a través del humo, y yo, a pesar de lo pequeña que era quería detener el tiempo en aquellos momentos.
También me acuerdo de los días de invierno, cuando estaba muy frío o no paraba de llover y mi abuela venía a casa a traernos alguna sorpresa, unas gominolas, un tebeo o algo que a ella le parecía que podía gustarnos. Y ahora mismo tengo en mis manos una agenda que mi abuela me compró como premio por aprobar a los ocho años, y yo la usaba como diario. Releyendo me he acordado de tantos momentos...tantos y tan buenos que no podría describirlos.
Esta agenda regalo de mi abuela tiene más de 30 años y la guardo con tanto cariño.
No pude girarla,pero se ve mi letra infantil contando lo que entonces era una aventura.
Y yo creo que recordar eso que ellos me dejaron, esa maleta de recuerdos y esas ganas de tirar cuando la vida está muy muy cuesta arriba es la mejor manera de recordarlos, mejor que llevar flores, mejor que hacer una misa o que ir a pasar la tarde al cementerio, aunque entiendo que cada uno hace las cosas a su manera, al igual que cada uno lleva el dolor de una forma, no el que más llora es el que más sufre.
Apenas se ve porque no pude escanearla pero me gusta recordarles así, llenos de vida.
Bueno, pues solo quería compartir esta pequeña reflexión, yo que no voy a ir al cementerio y que voy a quedarme tan solo con viejos recuerdos os diré que aprovechéis el momento con los vuestros, que saboreéis intensamente cada segundo, que el tiempo pasa y lo que se va no vuelve, la vida no es una película en la que se puedan repetir tomas pero sí que hay segundas oportunidades así que vamos, a abrazar a los vuestros y a recordar con más fuerza que nunca a los que ya no están.
Un besito a todos y nos vemos el lunes,con más alegría y sin nostalgias. Besinosssssss.