Antes de ser madre esta historia resulta muy atractiva, llena de magia y misterio. Pero una vez que la maternidad llega a tu vida la cosa cambia y lo que antes te parecía anécdota divertida comienza a darte un poco de miedo cuando empiezas a vivirlo en tu propia piel. Y así fue como durante una temporada mi ratón me tuvo con el corazón en vilo y la mosca detrás de la oreja, replanteándome el tema del dichosos cordón de plata cuando bajo la luz tenue en el sillón de mis ratones, durante la última toma del día, justo antes de acostarlo a dormir, Iago se incorporaba miraba hacia la oscuridad de la puerta entreabierta y saludaba: Hola Pepe....
¿PEPE? ¿QUÉ PEPE???? que si, que su abuelo se llamaba José y que en cierto modo tendría su encanto que se molestara en visitarnos desde el más allá para conocer a los nietos y vigilar su sueño durante las frías noches de invierno. Pero no... nunca le llamábamos Pepe, nadie... Aunque pensándolo bien, a lo mejor en su "nueva vida" allá donde esté se refieren a él de forma más informal.
El caso es que no fueron una ni dos las ocasiones en las que como una cobarde eché al ratón en su cunita, aceptando que a él la visita de Pepe lejos de asustarle parecía que le divertía, mientras yo salía corriendo a acurrucarme junto a su padre con los cinco sentidos (que no seis) alerta.
Poco después descubrimos (o quisimos convencernos) de que Pepe, en realidad no es otro que el burrito de los cantajuegos, por los que en aquella época nuestro ratón estaba totalmente obsesionado y podía ver una y mil veces sin cansarse donde Pepe el burrito y Coco el cocodrilo se saludan: "Hola Pepe!" "Hola, hola amigos!" Contesta Coco
¿Y tú, te animas a compartir alguna historia de miedo con nosotros?
Os dejo con unas fotitos de una manualidad que hemos realizado estos días para decorar nuestra casa con el motivo de la festividad de Halloween.
Nos vemos el próximo lunes en el sillón de mis ratones.