En la historia de los ejércitos americanos, pocos enfrentamientos personales han sido tan graves como la confrontación entre Harry S. Truman y Douglas MacArthur. ¿Cuán a menudo dos figuras tan importantes se encuentran en un curso de colisión, del cual ninguno está dispuesto a desviarse? Por un lado, está Truman, el capitán de artillería de la Primera Guerra Mundial, el presidente accidental, el sorpresivo vencedor de las elecciones de 1948, cuyas decisiones al comienzo de la Guerra Fría definirían durante años la política diplomática y militar de Occidente. Por otro lado, estaba MacArthur, dos veces ganador de la Medalla de Honor, el comandante supremo de las fuerzas aliadas en el Pacífico sudoccidental durante la Segunda Guerra Mundial, el estratega a veces brillante convertido en autócrata benévolo que había presidido la reconstrucción y la democratización de Japón. Este estadounidense Kitchener fue un auténtico héroe; pero entonces (aunque la gente no lo reconoció en ese momento), también lo fue Truman. Los dos hombres desconfiaban el uno del otro a larga distancia; sólo se encontraban una vez. “Sr. Prima Donna, Sombrero de latón, MacArthur de cinco estrellas”, había anotado Truman una vez en su diario. “No veas cómo un país puede producir hombres como Robert E. Lee, John J. Pershing, Eisenhower y Bradley y al mismo tiempo producir Custers, Pattons y MacArthurs”. El sentimiento era mutuo.
Fue la crisis de la Guerra de Corea la que provocó el enfrentamiento. El 24 de junio de 1950, los tanques norcoreanos habían cruzado el paralelo 38 hacia la República de Corea del Sur, en un ataque tipo blitzkrieg. Los Estados Unidos habían persuadido a las Naciones Unidas para que intervinieran, y MacArthur recibió el mando general. Mientras tanto, las fuerzas surcoreanas, superadas en número y armamento, junto con los contingentes de tropas americanas transportados por avión desde Japón, intentaron en vano retrasar el ataque del “Ejército Popular” norcoreano. En los meses siguientes, cuando el desastre cambió a triunfo y luego a desastre otra vez, y se avecinaba una tercera guerra mundial, Truman llegaría a una de las decisiones más difíciles de su presidencia. Lo que sigue es un extracto de un libro que ya está siendo reconocido como una de las biografías señaladas de los Estados Unidos de los últimos años, Truman de David McCullough, que acaba de ser publicado por Simon & Schuster.
Fue, en muchos aspectos, uno de los capítulos más oscuros de la historia militar americana. Pero MacArthur, ahora al mando de las fuerzas de la ONU, estaba intercambiando espacio por tiempo-tiempo para verter hombres y suministros en el puerto de Pusan, y la maravilla era que los norcoreanos no habían podido invadir Corea del Sur inmediatamente. A pesar de su sufrimiento y humillación, las brutales probabilidades en su contra, la República y los Estados Unidos…
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