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Carmen Mangué Saint-Omer
Autora de “Un balcón en Embajadores”, un relato que trata de amor, desamor, soledad y desengaño. Éste cuenta la historia de amistad de cuatro mujeres de 40 años, cuya vida no ha sido fácil: una ha perdido a su marido, otra se ha divorciado, a otra no le han correspondido; sólo una de ellas acaba encontrando la felicidad imperfecta, término que utiliza para describir la capacidad de atesorar los momentos que son perfectos, por breves que sean. Con esta novela, nos indicaba, no sólo pretendía tratar de valorar y atesorar los buenos momentos que tiene la vida, sino también exponer que como mujeres, todas podemos tener los mismos problemas. Sus personajes son mujeres negras e inmigrantes, que bien podrían ser blancas y españolas, pues su procedencia, raza o cultura no es más relevante, que el simple hecho de subsistir en este mundo como amigas, esposas, madres e hijas. En su relato también nos lleva al barrio de Lavapiés, al que describe como un lugar vibrante de colores y olores; un festival multicolor, que concuerda mucho con sus personajes. Un espacio inspirador para pensar en lo diferente como bonito.
En sus letras además trata el tema del racismo y machismo, pues en su relato, como en la vida real, aparecen personajes que tachan a las mujeres de putas por el simple hecho de ser negras. A pesar de ello, nos explica que siempre utiliza este mecanismo (racista/machista, que vive en primera persona) como instrumento de inspiración, ya que le sirve personalmente para otorgarle el poder de superarse a sí misma, el poder de sentirse poderosa como negra y como mujer.
Aurelia Bestúe Borja
Autora de “El carnicero”, un cuento que desarrolla la historia de una joven estudiante enamorada de su profesor de filosofía. Durante la cronología de esta historia varias estudiantes aparecen decapitadas, y finalmente se descubre que el autor de tal feminicidio es el susodicho profesor.
Cuando escribió este relato, Aurelia tenía solo 16 años, estaba en plena adolescencia, explorando y conociéndose a sí misma. Nos cuenta que con tan solo esa edad ya era una apasionada por la literatura, por el teatro, y sus días transcurrían en el Centro Cultural de España en Malabo, un espacio donde se reivindican tradiciones, ritos y costumbres guineanas, a través de obras y arte.
Su experiencia en Madrid, nos cuenta, fue chocante en un principio, pues estuvo muy determinada por la impresión hacia los valores con los que se encontró de frente y con los que chocó de golpe: “En España la familia no está unida”, nos decía. “Cada miembro de la familia vive en su propia casa, alejados unos de otros, y el círculo familiar se reúne una vez a la semana (o incluso al mes) y con eso es suficiente”. Nos contaba que se sintió muy sola al principio, ya que se encontró con que ya no podía entrar en la casa de la vecina sin previo aviso ni invitación, y decir “qué has cocinado” mientras abre su olla. “Aquí si haces eso te denuncian”, afirmaba. De la misma manera, nos expresaba sus impresiones con respecto a la “falsa” (manifestaba) libertad de expresión que hay en España, pues tiene la sensación de que existe libertad de expresión pero solo “hasta que no se coincide con la opinión común. Una vez que alguien sea u opine diferente, le aislan.” – apuntaba. Para solucionar esto, indicaba entre risas que “los españoles ya colonizaron Guinea Ecuatorial, y es momento de que se dejen colonizar por nosotros”, con el fin de prosperar en esa falta de valores que tanto ha sentido estando lejos de casa.
Mayra Rondo Ndjinga
Poetisa y autora de “La vida es vanidad”, una recopilación de poemas que hablan sobre el amor, el engaño y la vanidad de la vida. Se define como escritora en desarrollo, pues indica que todavía le queda mucho por aprender. Con su escritura trata de motivar a las mujeres para que consigamos tener un pensamiento más independiente. Sostiene que a las mujeres nos inculcan desde pequeñas dos únicas ideas fundamentales para nuestro crecimiento: matrimonio y maternidad. Y frente a esto, Maira indica que no dejará de reiterarse en la necesidad que tenemos como mujeres de luchar por nuestros ideales, educarnos, formarnos, trabajar; ser autosuficientes emocional y económicamente, para que desde esa posición podamos adquirir la capacidad para hacer lo que queramos con nuestras vidas. Maira cree firmemente que, a través de la literatura se pueden cambiar las cosas, inspirar y romper barreras, transformar el mundo. Por eso, indica, no dejará de aprender, y escribir.