Llegas amor, cuando la vida nada me ofrecía,
tu eres rosa, yo, espinas.
Que cada mañana amaneces de rocío
húmeda tierra azulada
dando al tiempo sus minutos,
sus relojes encendidos,
y me ofreces todos los frutos dorados
de tu piel, la rojez de tus besos, millones de suspiros.
Nada había sin ti,
ni un sueño transformado en vida.
C. Gargallo (c)
Fuente: este post proviene de Poeta Carlos Gargallo, donde puedes consultar el contenido original.
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