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No me quiere.. -Susurró en un hilo de voz apenas perceptible, las lágrimas recorrían forjando un camino en sus mejillas, hasta que tuvieron fin en su mentón.-
Si, te quiere. Pero tiene el corazón roto. -Él por su parte confesó, acercándose a la chica, la cual era su amiga, o más bien, el amor de toda su vida. Su siniestra con cuidado rodeó sus hombros, sosteniéndola con una protección que con nadie más sentía. En ese momento nada valía, solo aquellas lágrimas que se adueñaban de las mejillas de la chica. Él la sostuvo, queriendo así, que su llanto cesara.- Hay cosas que no se pueden evitar, pero eso sirve, y sé que él te quiere, de verdad. -Confesó con cierto dolor en sus palabras, sin darlo a entender. Sonaba sereno, calmado, como el buen amigo de ella, aunque en sus pensamiento retumbaba la frase: "Mi amor por ti es intenso y fuerte,  pero yo soy débil y frágil."- Él es fuerte, te da protección, ¿Cómo no estar con él?. Te da seguridad, que nadie más te ha dado, te da aquella sonrisa bonita, ese brillo en tus ojos que nunca antes de había visto.. -Y con eso terminó, sintiendo que si seguía, no iba a poder evitar llorar o que su voz se quebrara, cosa que realmente no quería.-
Quizás tengas razón, pero no quiero vivir así, quiero alguien que me ame como yo a esa persona. ¿Entiendes?, alguien como tú, por ejemplo...-Se limpió los ojos con las mangas de su chaleco, sacando cualquier rastro de llanto que hubiera en su rostro, alzó sus orbes para fijarlas en las ajenas, y con una sutil sonrisa en los labios, le miró.- Me gustas desde que tengo uso de razón, desde aquella vez en que te vi jugando en el parque, en la arena para ser más especifico, se me cayó mi paño, y tu de la nada corriste en busca de él, desde allí, que prometí que te "cuidaría", que serías mi mejor amigo. -Sus mejillas se ruborizaron tenuemente al decir aquellas palabras, esas que jamás le había dicho a alguien. Se relamió los labios y pensó en separarse del abrazo impuesto por su amigo, pero no lo hizo, quería permanecer así, como muchas noches, días, atardeceres y madrugabas había estado con él, teniendo demasiado en cuenta, que tal vez, con aquella confesión, toda su amistad terminaría.
Él le escuchaba atento, hasta que las palabras "me gustas", retumbaron en su cabeza, abriendo sus ojos de par en par, fijando de inmediato sus pupilas en las de la muchacha. No podía creerlo, ¿sería un sueño?, si lo fuese, uno muy realista y fantástico. Su corazón se aceleró, sintiendo como si éste se fuera a salir de su pecho. Respiró hondo, y asintió, dibujando una sonrisa en sus labios.- ¿Estás segura?... -Inquirió sin dejar de mirarla, y con esa sonrisa imborrable en sus cerezos.- Si, me gustas. Afirmó nuevamente la chica, curvando sus labios ampliamente al aseverarlo.- ¿Tú...? -Y esa fue la pregunta que la derrumbó en cierta forma, si fuera un sí, todo sería extraño, y cambiaría todo, pero al menos no lo perdería. Pero si era un no, todo sería distinto. Y él sin esperar un segundo contestó.- Sí, ¿cómo no gustarme?, si eres la única que me ha visto en mis facetas más extrañas, la que siempre está ahí, aunque abuses a veces, pero estás...-Dicho esto, unieron sus labios, comenzando a besarse con ese cosquilleo del primer beso, un tanto torpe, un tanto apresurado, pero con ese amor, del primer amor.-
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