Síndrome del Salvador: necesidad de ser necesitado

Hay personas que sienten la necesidad  imperiosa de ayudar al prójimo volcándose completamente en ello hasta el punto de olvidarse de sí mismos. El problema viene cuando convertimos todo nuestro entorno en una especie de cruzada solidaria por ayudar a todo el que lo precise y dejándonos toda la energía en ello. Si sientes que es tu caso, es posible que estés sufriendo el síndrome del salvador.

¿Qué es realmente el síndrome del salvador?

Es la necesidad de ser necesitado.

Ésta es la forma simple aunque su origen es complejo ya que,  es algo que se forja desde la infancia y/o adolescencia a consecuencia de carencias como el apoyo, cariño, atención o responsabilidades que no le correspondían por edad, como por ejemplo, ocuparse de hermanos menores, entre otros.

Además, es posible que se adquiera una responsabilidad y obligación  constante de estar pendiente de los demás por si en algún momento necesitaran de ti, por lo cual, la persona puede acabar realmente exhausta.

¿Cómo sé si sufro el síndrome del salvador?

Empatizar de manera enfermiza

Las personas con el síndrome del salvador tienden a empatizar de un modo muy intenso con quieres ellos consideran vulnerables o necesitados de ayuda. Y lo hacen hasta el punto de anteponer sus propias necesidades.

Controlador y escéptico

Se tiende a asumir que la persona que necesita ayuda no es capaz de solventar sus problemas, por lo que el salvador asume las responsabilidades del necesitado.  Pero ese instinto protector tiene un trasfondo. Se esconde la necesidad de control, pues mientras el otro tenga la necesidad de  protección, le podrá controlar, y no correrá el riesgo de ser abandonado.

En búsqueda del reconocimiento ajeno

Es posible que inconscientemente, busques la aprobación y reconocimiento ajeno a través de tu ayuda voluntaria. Dar a los demás lo que quizás no te dieron a ti en algún momento de tu vida, te hace sentir bien y esperas con ansia el “que haría yo sin ti”

Dar lo que no te dieron a tí

Sienten una necesidad extrema de ofrecer todo aquello que crees que necesita. Casualmente, suelen ser las propias carencias y es una forma de cubrirlas.

Ayuda no recíproca

Tú das, pero no siempre recibes. Con ello la frustración y las carencias del pasado, se presenten con más intensidad. A pesar de ello, se sigue dando el 100% y el bucle aumenta.

Escapan de sus propios conflictos

Este tipo de personas frecuentemente tienen miedo a enfrentarse a sus propios problemas o necesidades, de ahí a  la necesidad de ocupar su mente ayudando al prójimo.

Grandes críticos y manipuladores

Normalmente suelen ser muy críticos, de esa forma generan un control externo el cual enmascaran con la ayuda ofrecida. Básicamente, manipulan al punto de hacer creer a la persona que no puede resolver sus propios problemas generando así la necesidad de ser necesitado

¿Cómo salir del síndrome del salvador?


Quiérete más y mejor
Las personas que sufren éste síndrome padecen una baja autoestima. Para empezar debes darte tiempo y cuidados, reconocer tus necesidades y carencias.

Restar tiempo a los demás, te dará tiempo a ti.

Respeta la vida del prójimo
Cada persona debe hacerse responsable de su vida aunque tú consideres que puedes ayudar o facilitarle la tarea. No te corresponde a ti, asúmelo.

Las relaciones sanas nacen desde el respeto por las decisiones propias aunque éstas no sean adecuadas. No trates de reconducir los caminos que tú no recorrerás.

Deja de tratar a las personas como animales desvalidos
Cada persona tiene derecho a crecer en base a su forma de pensar, no a la tuya.

En vez de dudar de sus capacidades, estimula sus posibilidades.

Simpatía vs empatía
La simpatía es la capacidad que tenemos para solucionar los problemas ajenos desde nuestra propia perspectiva.

La empatía es la capacidad de ponernos en los “zapatos ajenos”, ayudarlo emocionalmente y acompañarlo mientras la persona lo soluciona por sí sola.

No cargues con pesos ajenos
Hay cargas emocionales que no nos corresponden, por lo que deja de meter en tu mochila pesos que no te corresponden.

Deja que las personas crezcan por si solas.

Si aciertan, celebra el éxito con ellos, si caen, puedes darle la mano para levantarse, pero no para hacerle el camino.

Fuente: este post proviene de El Rincón de una Chiari, donde puedes consultar el contenido original.
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