El término proviene del anglicismo nomophobia (no-mobile-phone-phobia) pero, ¿que viene a ser, dependencia o adicción?.
La línea que separa una y otra es muy fina, de hecho la OMS (Organización Mundial de la Salud) define la adicción en términos de dependencia.
Según cita el doctor José María Fábregas, psiquiatra experto en adicciones, la identificación de la patología muchas veces resulta compleja. Tanto el adicto como su entorno se resisten a ver el desarrollo de una adicción, aún cuando el sujeto pueda presentar claras muestras de ansiedad si se le imposibilita el desarrollo de la actividad.
¿Y cuándo empezar a preocuparse?. Acciones como mandar un WhatsApp y esperar o verificar que efectivamente se ha recibido, o comprobar si tienes mensajes antes de acostarte, volver a casa a buscar el móvil si te das cuenta de que no lo llevas aunque ello suponga llegar más tarde a donde tengas previsto, temer quedarte sin batería, son situaciones que vienen a estar dentro de la normalidad.
Sin embargo si eres de los que no se despegan del aparato en cuestión ni para ir al baño, o a la hora de comer lo utilizas como si fuera un cubierto más aparte de la cuchara y el tenedor, compruebas constantemente la cobertura cuando sales a algún lugar fuera de tu circuito habitual, o estás con amigos con el móvil a la altura de la mano por si sonara el pitidito de turno.., deberías empezar a hacerte un planteamiento.
Quien la padece va abandonando actividades habituales o incluso no querrá acudir a lugares donde se encuentre sin cobertura, ya que le produciría angustia y ansiedad, y en sus relaciones con los demás comienza a hacerse incómodo ya que tendrá toda su atención centrada en el terminal, ajeno a lo que pueda estar pasando en su entorno inmediato.
Los efectos a la larga pueden llegar a ser de aislamiento social y afectivo, por lo que es conveniente desarrollar un auto control en el uso del móvil y progresivamente ir reduciéndolo cuando no sea necesario.
Fuente: Revista Club Día | Foto: Pixabay
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