En 1953, conoció a un joven arquitecto inglés, Brian Barkham, con quien se casaría en 1954. Brian mantenía una estrecha relación con el País Vasco: los caseríos habían sido el tema de su tesis unos años atrás. En un viaje de la pareja a la región en 1956 un amigo, el sacerdote Pío Montoya Arizmendi, les habló de la antigua presencia vasca en las costas canadienses. Aquella historia resultaría decisiva en la vida de Selma.
En 1964, Brian murió y Selma se quedó viuda y con cuatro niños menores de diez años a su cargo a los 37 años. Comenzó a trabajar para el Gobierno de Canadá en el estudio y restauración de emplazamientos de interés histórico, prestando especial atención a los visitantes europeos arribados a sus costas siglos atrás.
Propuso un proyecto para investigar, en archivos de Francia y España, las expediciones vascas a Canadá en los siglos XVI y XVII. Viajó a México para aprender español y, tres años más tarde, en 1972, solicitó la financiación del gobierno para iniciar su proyecto. Sin embargo, no recibió ayuda oficial alguna hasta haber publicado el primer artículo.
En 1973 se mudó a Oñati, sede del Archivo Histórico de Protocolos de Gipuzkoa, y siguió consultando documentos en diferentes archivos (parroquiales, municipales, notariales) en Tolosa, Bilbao, Burgos, Sevilla o Lisboa. Esos registros albergaban miles de manuscritos de diversa naturaleza, incluyendo pólizas de seguros, cartas, contratos o listas de aparejos y suministros de los siglos XVI y XVII vinculados a la presencia vasca en Terranova.
A través de su estudio, descubrió que los arrantzales (“pescadores”, en euskera) no solo habían pescado bacalao en la costa atlántica canadiense, sino que también habían capturado ballenas a escala industrial en el siglo XVI. Estudió detalladamente estas pesquerías, desde su organización, escala y evolución (financiación, temporadas de pesca, rutas y destinos, barcos) hasta los aspectos de la vida diaria de los pescadores (trabajo, enfermedades, indumentaria y relaciones con las personas de los países que visitaban).
Los balleneros frecuentaban una zona de Terranova llamada la Gran Bahía. Estudiando documentos de las bibliotecas nacionales de Francia e Inglaterra, Selma estableció que la Gran Bahía se correspondía con el actual Estrecho de Belle Isle, que separa Terranova de Labrador, y que los antiguos puertos balleneros estaban en la costa norte del Estrecho de Belle Isle y en la costa sur de Labrador.
Para certificar la investigación documental, Selma buscó pruebas sobre el terreno que avalasen la presencia sus descubrimientos. Organizó una expedición en 1977 al sur de Labrador con el arqueólogo James Tuck y la ayuda de la Real Sociedad Geográfica de Canadá. Exploró varias localizaciones a lo largo de la costa y encontró restos arqueológicos, sobre todo en Red Bay: el trabajo de Selma había probado que en el siglo XVI ese pueblo de pescadores era una estación ballenera vasca, una de las más importantes de aquella costa al tratarse de una vía migratoria de ballenas.
Otros de los manuscritos hallados hablaban del hundimiento de varias naves balleneras vascas del siglo XVI en la Gran Bahía, concretamente una de Pasaia en 1563 en Los Hornos, ahora conocido como Pinware Bay, la Madalena de Mutriku, en 1565, y la María de San Sebastián, en 1572, en Chateo, ahora Chateau Bay, y la San Juan de Pasaia, en 1565, y la Madalena de Burdeos de Biarritz, en 1574, en Les Buttes, ahora Red Bay.
La encontraron a unos diez metros de profundidad y bajo una gruesa capa de piedras de lastre y sedimentos. La sorpresa fue mayúscula cuando se dieron cuenta de que la conservación del pecio era óptima, teniendo en cuenta los siglos que habían transcurrido desde su naufragio. Esto era debido a la baja temperatura del agua y a que gran parte de la estructura había estado en un estado anaeróbico, cubierto por el fango.
La madera e incluso algunas de las sogas se conservaron de una manera excepcional, dando pie a una investigación ejemplar en el ámbito de la arqueología submarina de la época. Se dedicaron casi 30 años a tratar y completar toda la información obtenida del trabajo de campo, desde los materiales de construcción a las herramientas utilizadas para trabajar la madera. Se hicieron maquetas y se consolidó y se expuso la chalupa que se encontró atrapada debajo del San Juan. El pecio sigue bajo el agua, protegido, monitorizado y en un entorno estable para su conservación.
Por su parte, en Red Bay, un museo hospeda varios de los pecios encontrados en el fondo de la bahía, restos de hornos para extraer grasa de ballena, distintas herramientas, esqueletos humanos o barbas de ballena, entre otros restos de estos asentamientos, incluidas tejas vascas sobre el terreno. Red Bay fue declarado Sitio Histórico Nacional de Canadá en 1979, y en junio de 2013 el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco declaró todo el conjunto arqueológico de Red Bay Patrimonio de la Humanidad.
En 1981 el Gobierno de Canadá tuvo a bien otorgar a Selma la Orden de Canadá, su máximo galardón civil, por su trabajo pionero y por haber hecho una de las más brillantes contribuciones, en años recientes, a la historia de esta nación. A su vez, recibió el premio Lagun Onari (Buen Amigo) del Gobierno Vasco en 2014 por su trabajo para sacar a la luz “importantes páginas de la historia de Canadá y Euskal Herria”, y el Premio Internacional de la Sociedad Geográfica Española en 2018.
Su hijo, Michael Barkham, nacido en 1959 en Canadá, defendió su tesis doctoral en la Universidad de Cambridge con el título Shipowning, Shipbuilding and Trans-Atlantic fishing in Spanish Basque portos, 1560-1630: a case study of Mutriku and Zumaya, y se especializó en la historia marítima del País Vasco y de Canadá y la presencia de balleneros y bacaladeros vascos en Terranova siguiendo los pasos de su madre.
Julián de Zulueta, reconocido médico español perteneciente a la Society for Nautical Research, publicó un artículo en su revista del año 2000 que reconocía que “Las investigaciones más importantes de las pesquerías vascas y caza de ballenas son de Selma Huxley Barkham comenzadas en 1972. Su investigación en los archivos () y su trabajo de campo () han sido decisivos para conocer la organización de las pesquerías y caza de ballenas vascas ()”.
La alcaldesa, Izaro Elortza, quiso tener unas palabras de agradecimiento hacia la figura de Selma cuando se conoció la noticia de su fallecimiento. En redes sociales, hacía hincapié en la importancia de la figura de la investigadora: “El trabajo de investigación que Selma ha realizado todos estos años sirve para dejar una profunda huella en Oñati (). En nuestro objetivo por seguir aprendiendo esperamos poder seguir el rastro que nos has dejado”.
Como afirmó ya en 1987 el historiador Iñaki Zumalde, “cuando en lo sucesivo se trate de la historia de los balleneros vascos en Canadá será obligado decir: antes y después de lo aportado por Selma Huxley”.
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por Juan A OliveiraLaura Alonso es Ingeniera Naval y Oceánica por la UDC. Viguesa de nacimiento, Ferrolana de adopción. Dedicada al Apoyo Logístico Integrado y el continuo aprendizaje por vocación. Puedes conectar con ella a través de LinkedIn.
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