de Donald Rayfield, Random House, Nueva York, 2005, 16,95 dólares
A estas alturas, el número de libros escritos sobre Joseph Stalin probablemente ha superado el número de los viejos bolcheviques que mató. Una rápida consulta en Amazon.com por sí sola devuelve 762 títulos supuestamente relacionados con el dictador, e incluso conociendo la inclinación de Internet a conectar temas totalmente ajenos, estamos hablando de docenas de libros de primera clase sobre Stalin actualmente en el mercado. A diferencia de Vladimir Lenin, Stalin sigue siendo un nombre familiar y un libro de Stalin siempre encontrará un lector.
Sin embargo, todo el público en general tenía que saber acerca de Stalin que encontró hace 30 años en El gran terror de Robert Conquista y en el Archipiélago Gulag de Alejandro Solzhenitsyn ; ahora se trata de lo que la gente quiere aprender.
El propósito de este nuevo libro de Donald Rayfield, como se apresura a informarnos, es "examinar el camino de Stalin hacia el poder total y los medios-y los hombres-que le permitieron aferrarse a él." En otras palabras, este es otro intento de una epopeya que abarca 50 años y saca a relucir cada tema importante y cada persona significativa en el reino de Stalin. Pero hace unos años Simon Sebag Montefiore ya había publicado un magnífico libro sobre Stalin y su corte basado en las nuevas fuentes que se hicieron disponibles en la década de 1990. Probablemente entendiendo que otra epopeya no funcionaría realmente, Rayfield trata de estrechar el tema, prometiendo una mirada cercana a las fuerzas de seguridad y a la policía secreta de Stalin – pero, de nuevo, Anne Applebaum ya lo ha hecho en su aclamado Gulag .
El enfoque generalista de Stalin y sus verdugos es desacertado. Al exprimir una de las vidas más consecuentes del siglo XX en un solo volumen sin un enfoque particular, el lector se convierte en rehén de la idiosincrasia del autor. Por ejemplo, la sección de la Segunda Guerra Mundial del libro de Rayfield es un puro blitzkrieg de 25 páginas, casi tanto como lo que gasta en la purga de los artistas de vanguardia. Hablando de las deportaciones de 1944, no es suficiente decir, "Los tártaros de Crimea fueron los siguientes";; el porcentaje de los varones tártaros adultos que colaboraron con los nazis en Crimea, cazando a los judíos y a los combatientes de la resistencia, fue excepcionalmente alto, y el caso pide ser examinado, no sólo nombrado.
En cierto modo, Stalin y sus verdugos es un libro muy poco moderno, su énfasis en las tragedias personales de Osip Mandelstam, Anna Akhmatova, Boris Pasternak, Nikolai Bukharin y otros intelectuales, no en la enorme situación de las bases soviéticas. Las desgracias de los poetas y los líderes de los partidos solían dominar la crítica al régimen de Stalin en los años 70 y 80, pero, con todo respeto…
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