“I’m bad, like the movie The Attack of the Clones”
Mc. Vagina (Jon Lajoie)
El universo recreado en la saga Star Wars es grande, basto incluso, inabarcable me atrevería a decir. Los hechos pretéritos de la trilogía clásica eran muchos, muchísimos incluso, un fleje de hechos, me atrevería a decir.
Muchos de ellos tuvieron que mostrarse en El Ataque de los Clones, y aunque pueden no chirriar superlativamente, sí es palpable el hecho de que están algo metidos como un señor japonés a primera hora en el metro de Tokio, ¿a golpes de otro señor japonés que se dedica a meter a la gente en el metro a golpes? ¡No! A golpe de guionista.
Y si un señor que escribe una historia en la que tiene que haber muchas cosas, se centra en meterlas y que no duela (qué sexual me he puesto), probablemente ese señor no muestre toda la atención que debería a otros elementos que tal vez sí eran importantes.
Porque en esta segunda entrega de la nueva trilogía hay unos diálogos malos, muy malos incluso, los peores de toda la galaxia, me atrevería a decir. Hasta el punto de que si reparamos mínimamente en ellos nos daremos cuenta de lo insultantes que resultan por lo simples y obvios que son en su mayoría.
De hecho en alguna conversación entre Obi-Wan y Anakin, yo habría quitado el diálogo y habría puesto un simple letrero con: “Palpatine es un tío guay, no quiere liarla”; o un resumen del tipo: “Anakin se está convirtiendo en un chico malo”.
Maldición, ¡pero hay más! ¿Por qué Obi-Wan no le cruza la cara a Anakin cuando le habla como si fuera un hijo único consentido? ¿A quién le pareció buena idea contratar a Hayden Christensen? ¿De verdad que el tipo que más sabe de cachivaches tecnológicos curra en una cafetería de mala muerte? ¿Qué clase de relación pedófilo-absurda tiene Anakin con Padmé? ¿A quién le vale la explicación que dan del ejército clon? ¿Una escena de un niño sosteniendo la cabeza decapitada de su padre? Puede ser demasiado, pero si la cabeza lleva casco, será PG (a partir de 12), así que adelante.
¿Es, pues, una mala película? Podríamos decirlo así. Malilla, no malérrima, pero sí mala.
Si bien aquí está la hermosa dualidad del cine: tiene muchos elementos negativos, pero es a la vez entretenida y visible.
Un nexo necesario y a la vez cajón de sastre caótico que le tocó ser a El Ataque de los Clones. Alguien tenía que pringar, y fue ella…