Relato Halloween | Cassandra

¡Hola liados! Hace unas noches no me dejaba dormir esta historia, solo me dejó dormir cuando terminó. Me atreví a escribirla, pero me frené un poco por ser tan largo para un blog y que no fuese muy fuerte... Espero que te guste y pienso ponerle más cositas para que entre en mi reto de participar en el NaNoWriMo con varios relatos más. ¿Te atreverías a seguir las historias de Cassandra?



El mundo abría sus ojos a las siete de la mañana. Obedientes a sus estridentes alarmas, se conectaban al teléfono móvil. Todos querían ser los primeros en dar los buenos días, ser los primeros en darlos a las personas que mejor les caían o eran más populares para ser vistos en sus publicaciones. Entre toda esa amalgama de nueva civilización virtual estaba el famoso blog de Cassandra te escribe. Puntualmente ofrecía un relato de terror con el que mojar las magdalenas en el Cola cao. Tenía cientos de miles de seguidores entre las redes sociales de todos los lugares del mundo que esperaban ansiosos su ración de adrenalina. Ese día después de varios meses la actualización se hizo esperar. La gente alarmada se preguntaba por los foros si era algo general o un problema de su dispositivo móvil. Se rumoreó, como es costumbre por estos lares, que habían censurado la página y prohibido su publicación. Cuando ya todos acudían a sus trabajos o sus quehaceres rutinarios, apareció la siguiente publicación:

Si este post alguna vez ve la luz, será que algo no salió bien Cada día programo la última historia de Cassandra a las doce de la noche y retraso esta veinticuatro horas más. Me gustaría contaos mi historia y así puede que lleguéis a entenderme. Mi nombre es Adriana Ramírez. Un nombre vulgar, de una persona corriente. Tuve una infancia feliz dentro de lo que se conoce como una familia bien estructurada. En el colegio me llevaba bien con todos mis compañeros, no conocí un caso de bulling, ni a mí ni a otro alumno. Como es normal tuve mi primer amor en el instituto, que terminó cuando nuestros caminos se separaron al irnos a la universidad. Los dos éramos conscientes que era algo que iba a pasar y para ninguno fue un hecho traumático. Sabíamos que lo mismo que coincidir en las clases nos unió, cuando hubiese kilómetros por en medio, sería mejor romper a las buenas, que enterarnos por terceros de cosas que nos harían cortar por las malas. Tuve la suerte de compartir habitación con mi mejor amiga en el colegio mayor. Las dos somos muy distintas y nos complementamos muy bien, pero hay algo que nos une; nuestro amor por la literatura. Las dos empezamos hace meses filología. Como podéis ver mi vida ha sido bastante normal.

Todo cambio cuando me apunté a unas clases de Escritura Creativa. Mi amiga me decepcionó un poco, cuando me dijo que ella no iría, pero es cierto que necesita pasar más horas de estudio en la biblioteca o no pasará el semestre. Al principio, me dio corte ir sola, pero pronto me integré bien en el grupo. Los primeros ejercicios eran muy divertidos, escribir como si fuésemos niños, como si fuésemos un compañero Hasta que empezamos a jugar con los géneros. A mí me picó la curiosidad de escribir relatos de terror. Nunca lo había hecho y jamás pensé que podría hacerlo, pero lo cierto es que se me daba bien. Mis compañeros esperaban con ansias mi nuevo relato macabro, incluso mi amiga dejaba de estudiar para leerme. Me sentí muy halagada y disfrutaba tanto escribiendo esas historias como luego comentarlas con mis colegas. Entre todos me animaron a abrir un blog donde publicarlos y que más personas pudiesen leerlas. Yo tuve la certeza que lo hicieron porque discutían por pasarse mi relato escrito en una hoja de papel, y así no tendrían que esperar ansiosos. Mis conocimientos de informática eran nulos, pero ya sabéis que pasa, tienes un amigo que conoce a alguien que si sabe. Cuando me pusieron en contacto con él le deje claro que no podría pagarle mucho, ya que apenas tenía para pagarme las fotocopias de los apuntes de las clases. El chico muy simpático me dijo que lo haría gratis a cambio de que en mi primer relato un personaje llevase su nombre. Estaba chupado para mí. Le di el papel principal; una asesino en serie que hackeaba blogs y se dedicaba a hacer fundas de portátiles con la piel de las bloggers que vendía en Amazon. El relato fue un éxito y puedo decir que me hice famosa en la uni. No entendía de visitas y cosas de esas, pero la voz se corrió y me leyeron también fans de este tipo de historias. Me dijeron que me hiciese redes sociales para poder saber cuándo salían los relatos y fue así como algunos de mis relatos se hicieron virales. Durante un tiempo fue muy muy divertido. Nadie esperaba que alguien como yo, una simple estudiante pudiese tener esas ideas tan retorcidas. Yo soy bastante clásica vistiendo: Vaqueros, zapatillas y vestidos para las ocasiones especiales. Se podría decir que incluso cursi. Mi carpeta es de Mr. Wonderfull No sé, ni siquiera me gustan las películas de terror. Los libros en cambio he leído bastantes, pero como de cualquier género. Ni siquiera son mis favoritos. Supongo que fue una mala decisión Debí elegir romántica o fantasía Es difícil de juzgar a toro pasado. Quizá si hubiese escrito romántica me hubiese convertido en una chica enamoradiza y si hubiese elegido fantasía no hubiese tardado en ver hadas volando a mi alrededor y duendes bajo mi cama. Es posible que da igual lo que hiciese todo sería un detonante para lo que creo que pasará dentro de poco si nadie pone remedio. Llevo luchando con estas ideas varias semanas y no encontré ni un caso igual, ni una razón que me llevase a la certeza de que pudiese haberlo evitado. Tampoco entiendo como llegué a este estado del que no sé salir y me aterra contárselo a alguien por si me trae consecuencias negativas en mis estudios, incluso mi vida Ya son varios meses que vivo fingiendo que todo va bien, cuando noto como Cassandra se va apoderando de mí. Así que hace varias semanas que tuve la idea de escribir este post porque algo va a pasar pronto

Cuando comencé a escribir mis relatos eran de lo más diversos. Veía en el supermercado una perfecta ama de casa y me la imaginaba siendo una asesina en serie que hacía conservas de carne con los repartidores de paquetería. Una profesora que hacía mohines cada vez que uno de nosotros fallaba una respuesta, me sirvió de inspiración para crear a una torturadora que desmembraba a un alumno con cada error en un examen. Me divertía con tan macabras historias, pero todo iba bien. Sentía que todo estaba bajo control, hasta que un tarde de sábado fuimos de museo. Cuando vi su imagen me pareció el cuadro más hermoso que había visto nunca. Una joven se daba tirones en su inmensa melena roja, como el fuego del escenario de Troya en llamas que había detrás. En una pequeña nota debajo se podía leer: Cassandra, 1898 de Evelyn de Morgan. Luego fuimos a un Mac´Donalls, pero mi mente seguía con esa imagen rondando, aunque no me aparecía una historia siniestra. Me resultó extraño, ya que podía ser el perfecto personaje para un nuevo relato. Nada. Cuando me fui a dormir tuve un sueño en el que aparecía ella: me miraba bañada en sangre y me susurraba:

—Deja de escribir o lo lamentarás

Me desperté sobresaltada y sudada. El corazón me latía a mil. Fui al baño, me refresqué y al ver mi reflejo en el cristal pensé que no era más que un estúpido sueño. Volví a la cama, y dormí de un tirón hasta la hora de ir estudiar. Cuando llegué todos me daban la enhorabuena por mi último relato. Mi vanidad fue creciendo con cada nuevo seguidor, con cada felicitación, incluso me ofrecieron publicar una antología con los mejores y más siniestros relatos que escribía. Estaba viviendo un sueño. Mis cuentos eran cada vez más crueles, despiadados y más reales Cada vez sentía más mías mis propias palabras. Empecé a disfrutar como lo harían los personajes de mis historias. Incluso llegué a crear una asesina en serie llamada Cassandra como venganza al sueño que tuve. Sentí que era mi musa y que juntas haríamos grandes cosas. Ella sería para mí como el cuervo para Poe, como Frankenstein para Mary Shelley o Drácula para Bram Stoker. Había encontrado el personaje perfecto para mis cuentos y haría las delicias de mis lectores que no dejaban de crecer y las mías, ¿por qué negarlo? Cassandra empezó como toda buena psicópata asesinando animales. Recordé que la primera vez que toqué un gato me mordió Fue su primera víctima. Lo ahogó con sus propias manos, mientras le sangraba el mordisco. Más adelante su víctima fue un chico que me gustaba, pero me llegaron rumores de que había dicho de mí que no le ponía Cassandra lo atrajo a la orilla del mar y le puso su propio cinturón alrededor del cuello. El pobre infeliz creyendo que le esperaba una noche de sexo, se dejaba hacer sin ninguna objeción. La sonrisa se le borró del rostro, cuando se dio cuenta que era un juego sexual en el que él no iba a disfrutar. Ella a horcajadas se rozaba con él, mientras le quitaba el aliento. Sus pezones se endurecieron, notaba como la sangre le bombeaba en los labios y no podía dejar de lamérselos. Cuando el perdió la vida, ella llegó al éxtasis. Me asusté por primera vez al sentir todo lo que ella hacía en el relato, pero eran solo palabras, mis palabras.

Como es natural tuve mi primera crítica mala. Según una chica había perdido la chispa y por eso había recurrido al sexo para no perder seguidores. Esa noche Cassandra se ocupó de ella metiendo su cabeza en un acuario. Su largo cabello oscuro se agitaba por todo el recipiente. Hasta que dejo de hacerlo. Cuando terminé el texto y lo programé a eso de las doce para que saliese publicado a las 7 del día siguiente, note mis manos mojadas. Aquello me asustó mucho y tomé la decisión de no escribir nada al menos durante una semana. De todas formas era algo que debía hacer, se acercaban los exámenes finales y me tenía que poner las pilas si quería sacarlo todo con sobresaliente.

Loa primeros días no tuve ningún problema y achaque mis sensaciones al stress de los estudios y encima llevar el ritmo de mis relatos en la red. Entonces una noche que intentaba dormir Cassandra surgió en mi mente con un nuevo relato. Me negué a escribirlo, cerré lo más fuerte que pude los ojos y quise pensar en cosas que relajaran como el mar. Fue todo inútil, la historia iba sucediendo en mi mente sin que yo pudiese evitarlo. Al día siguiente me negué a escribirla. Creo que como castigo me volvió a generar una historia en la mente, sin dejarme dormir.

Esto se me estaba yendo de las manos: no podía parar a Cassandra. Mi criatura me está desquiciando. No me deja dormir, por lo que no puedo concentrarme para estudiar. He empezado a dudar entre la realidad y mis relatos. Hace unos días vi mis apuntes llenos de sangre y Cassandra delante de mí relamiéndose. Ayer confundí mis manos con las suyas Por eso tengo miedo de lo que pueda pasar. Espero que siempre me recordéis como Adriana Ramírez, vuestra Adri y no en lo que me quiere convertir. Quizá debería haber dejado de escribir, pero ¿Quién le hace caso a un sueño?

Aquella mañana todos los periódicos tenían en su primera página la imagen de una joven estudiante de filología bañada en sangre. A su lado tapada con una sábana blanca su compañera de habitación. Los titulares decían algo así como El crimen de la blogger de terror. Contaban como la autora del asesinato había golpeado en la cabeza a su compañera, mientras de las habitaciones de al lado escuchaban como le pedía que bajase la música porque tenía que dormir. Lo extraño del caso, si cabe, es que eran las 12 de la noche y el silencio reinaba en todo el colegio mayor. Ya que a partir de esa hora no está permitido hacer ningún tipo de ruido. Contaba como al detenerla estaba en shock con la mirada perdida, se frotaba nerviosa las manos sobre los muslos y se mecía, mientras no dejaba de repetir:

—Fue Cassandra, fue Cassandra

Fuente: este post proviene de Athalia la lía, donde puedes consultar el contenido original.
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Etiquetas: Relato corto

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