Reflexión; una noche en vela

Jueves reflexivo; y pasan las horas

Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya sabéis que hoy toca post reflexivo, es un post improvisado en el que escribo del tirón y generalmente me enrollo y no llego a ninguna conclusión.

Hoy no escribo a la hora de siempre, es bastante más temprano porque no podía dormir, así que es un post de lo más madrugador. Y sin más rollo empezamos.

Generalmente hago este post tempranito, con mi gato en el regazo y un café caliente en las manos. Pues hoy estoy sentada en la cama, escribo desde el portátil y mi gatito está echado en el sofá y tapadito con una manta.

Ya sabéis que tengo temporadas en las que duermo mal, cada vez son menos y generalmente puedo dormir, pero esta noche ha sido una de esas en las que nos desvelamos y no soy capaz de dormir, así que al menos aprovecharé para escribir el post.

Hace tiempo hice un post parecido, de una noche en vela, no lo he releído así que espero que el post no sea muy repetitivo. Por cierto os dejo el enlace aquí.

Las noches en vela, en el fondo, tienen algo de romántico. Cuando era adolescente recuerdo haber pasado algunas noches en vela reviviendo una y otra vez momentos que me habían sucedido, esos momentos mágicos que se viven a esa edad cuando el chico o chica que nos gusta nos habla, nos acompaña a casa o nos invita a salir. Y ya no digo cuando nos dan el primer beso, eso equivale a una noche sin dormir ni un segundo, y en mi caso a escribir poesías, apuntarlo todo detalladamente en mi diario y repetir la escena en mi memoria una y otra vez.

Cuando vi Pearl Harbor por primera vez, hace un montón, recuerdo que me encantó la parte en la que Daniel le dice a Evelyn que no ha podido dormir en toda la noche pensando en lo que había pasado entre ellos. Pues esas noches en vela de mi adolescencia eran así, y eran geniales, aunque luego al día siguiente en clase estuviese de lo más dispersa y la historia que me parecía tan especial y eterna acabase, aunque no fuera un amor para toda la vida y con el tiempo ni lo recordemos, en el momento tiene magia y esa magia impide dormir.

El insomnio de hoy es un poco distinto, llevo unos días algo complicados por temas de salud familiares y aunque suelo ser muy optimista me he sentido desbordada. Han sido muchas cosas seguidas y la verdad es que el día de hoy(o ayer porque ya estamos de madrugada) ha sido duro.

Estaba tan despistada que mi hermana me dijo que había visto mi libro en Amazon, pero que no tenía portada, y yo, medio atontada y sin prestar atención he empezado a tocar aquí y allá y he comprado sin querer mi propio libro en Amazon, y he tenido que anularlo, que al parecer lo pedían a la editorial...Muy triste.

A veces necesitamos tocar fondo para salir a flote, y yo ya estoy mucho mejor, empiezo a flotar.

Cuando he intentado dormir, tras tomarme una infusión de melisa con una miel de tilo que me tiene enganchada, he empezado a pensar en cosas que no debo y es cuando me he agobiado. He recordado todas las cosas que me decía mi madre de pequeña, después de contarnos alguna historia y de hacernos cosquillas, darnos besos y reírse de nuestras cosas. Siempre me decía que pensara en lo bueno que me había pasado durante el día, o que pensara en palabras(nombres, ciudades, animales...) que empezaban por ciertas letras.

Lo he probado todo, he cantado canciones mentalmente y he contado del 200 al 1, así, al revés, pero nada.

Cuando no puedo dormir prefiero levantarme y recorrer la casa a oscuras. Con el miedo que me da la oscuridad me sorprende que me guste tener la casa sin luz, bueno, quizás porque no es una oscuridad absoluta, solo es penumbra. Y en esta penumbra se recortan las siluetas de la casa; el sofá en el salón, el mueble que tengo en la entrada de casa, una chaqueta que cuelga del respaldo de una silla y me cuesta identificar y en la cocina se recortan los muebles y el visillo, que me encanta.

Cuando me asomo a la ventana, en los pisos que están algo lejos de mi edificio, pero no mucho, veo algunas luces encendidas, salpicadas como las luciérnagas salpican los matorrales en las noches de verano, y me imagino que quizás algunos son estudiantes con trabajo acumulado preparándose para el futuro, o padres con un bebé que no se duerme pero no sé por qué me imagino que la mayoría son almas desveladas como la mía.

En silencio caliento un Cola cao. Cuando caliento algo de noche lo hago en un cazo porque pienso que el microondas es muy ruidoso, y me encanta hacer esto porque me recuerda a mi infancia, a cuando lo calentábamos todo en cazos. Creo que en el otro post os conté algo parecido porque es una costumbre de mis noches en vela, no es algo aislado.

Y me lo tomo en la cocina a oscuras, sintiendo como mi cuerpo se llena de ese calor de hogar que algunas bebidas nos regalan. Y con cuidado dejo la taza en el fregadero, ya la lavaré mañana, compruebo que he dejado las legumbres a remojo y voy al baño.

De vuelta a la habitación tapo bien a mi gatito para que no se enfríe y siento que el sueño quiere venir a visitarme. Con los pies congelados me meto en la cama e intento dormir, pero no puedo, ese sueño que asomaba ha sido solo un espejismo, así que me incorporo y pienso en todo y en nada, en el ayer y el ahora.

Me hace gracia recordar lo importantes que me parecían algunas cosas en los años de instituto, qué drama era si alguien no me saludaba y qué subidón cuando era lo contrario. Y como en este momento no tengo un diario para contarle todas las tonterías que rondan mi cabeza me animo a escribir este post, que es una especie de diario pero que no solo voy a leer yo, que no tiene un candado que se puede abrir con una horquilla del pelo y no lo escribo con un boli que huele a mora, pero al igual que entonces todo lo que escribo es verdad, bueno, malo o regular, pero tal cual.

Lo cierto es que me está empezando a entrar sueño de nuevo, aunque no sé si esta vez será la buena o no porque dentro de dos horas tengo que levantarme, menos mal que nunca he necesitado demasiadas horas de sueño.

Bueno, pues poco a poco voy llegando al final, en la calle está frío, muy frío, y no se oye ni un ruido, y es una pena porque a veces, cuando estoy a punto de dormirme oigo pasos en la calle y me imagino historias; ¿Serán de alguien que trabaja a a turnos como hacía mi padre? ¿Quizás el sereno, que siempre os llama la atención?¿O tal vez un novio que vuelve a casa, como hacía mi marido y yo me quedaba con el corazón encogido?¿O una mujer, por el taconeo, que vuelve a casa del trabajo o de fiesta?

Y cuando decido el personaje me invento la historia, y las aventuras que le esperan en la negra y fría noche. Y generalmente me duermo.

Bueno, pues creo que terminaré el post deseando muy buenas noches a todo el mundo, aunque seguramente cuando lo leáis ya será de día, un día que espero con ganas porque de noche se ve todo más negro pero el nuevo día llegará cargado de cosas buenas, de hecho tengo mucha ilusión.

Mil gracias por leerme y muy muy feliz jueves.

Ahhhh os dejo una canción que me encanta, iba a poner una grabación que hice en un concierto de Los Secretos pero mejor el vídeo cantado por Enrique, la mía es más reciente y él ya no estaba, pero aquí él tampoco conseguía dormir.


Fuente: este post proviene de Pequeños trucos para sobrevivir a la crisis , donde puedes consultar el contenido original.
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