Reflexión: un paseo

Jueves reflexivo: paseos de domingo

Hola a todos y bienvenidos un día más. ¿Cómo ha ido la semana? La mía muy bien, la anterior fue una locura de médicos y recados y esta he tenido y tendré eventos y cosas chulas, como digo yo; una de cal, y otra de arena. Así que intentaré disfrutar a tope.

Hoy toca reflexionar y aprovechando el silencio de la casa y de la calle, y saboreando una infusión de menta y manzana cortesía de mi hermana, empezamos.

Hace tiempo que no comparto un paseo y me apetecía hacerlo.He compartido algunos paseos por la playa de domingo, pero la mayoría de las veces era bastante temprano, y el de hoy es un poco más tarde, así que creo que será diferente.

El domingo pasado amaneció soleado y radiante, y alrededor de las once y media, más o menos, decidimos ir a pasear por la playa.

Primero paramos en el kiosco que mi hijo salía en el periódico y claro, hay que comprarlo. Tengo tantos recortes de periódico con temas de mis hijos, entradas a conciertos, programas... que voy a tener que alquilar una casa solo para estas cosas.

Y después de salir del kiosco caminamos tranquilamente hasta el paseo de El Muro.

El paseo estaba impresionante con globos morados recordándonos que estábamos a 25 de noviembre y tenemos que cambiar muchas cosas.

A esas horas había mucha gente. Algunos iban apurados hacia la iglesia, seguramente iban a misa.

Delante de mi había algunas familias con los niños correteando delante, todos muy arreglados.

Mucha gente llevaba gorros y bufanda, y estaban muy elegantes, pero yo, que soy friolera, sentía calor solo al verlos, la temperatura no invitaba demasiado a abrigarse tanto.

Justo delante caminaba una abuela con un niño y charlaban relajadamente. El niño, suponemos que su nieto, abría unos sobres de cromos o algo así y le daba las gracias a la abuela, que sonreía feliz. Ainnns, qué recuerdos de abuelas que consienten y adoran a los nietos.

También vi gente haciéndose selfies con el mar de fondo. Estaba impresionantemente azul y varios barcos, algunos enormes, salpicaban la bahía y eso inspira siempre.

Entonces decidimos bajar a la arena para caminar entre los perros que juegan allí. Dudamos un poco porque íbamos arreglados y para ir a la arena ponemos la ropa deportiva, especialmente el calzado, pero claro, quien se resiste.

playa

Además de nuestras sombras vemos todo tipo de gente

El contraste que podemos encontrar en la arena es genial. Por un lado vi a las señoras que van a bañarse todo el año, es increíble verlas en bañador, tan campantes. Porque una cosa es que sobren los gorros y otra estar en bañador y meterse en el mar. Qué valientes.

También había gente corriendo con su ropa deportiva, y claro, perros y más perros.

Yo me río mucho con ellos: los mayores se dejan manejar por los más pequeños y hacen cuchipandis que corren felices.

También había familias, papás y mamás con niños correteando por la arena, adolescentes dibujando corazones(esos nunca faltan) y gente que pasea, sin más.

Recorrimos un largo trozo del arenal y volvimos a subir al paseo. Y estuvimos mirando una terraza que me encanta y en la que a veces paramos aunque el domingo optamos por caminar.

terraza

Aquí está la terraza que me encanta, no enfoco las mesas por la gente pero mola mucho y se ve el mar

Y llegamos a la iglesia.¡Menuda algarabía! Alrededor del templo hay una especie de plazoleta con bancos, jardines y algunos escalones y está llena de vida. Aquello era puro bullicio. Niños corriendo, gente sentada en los bancos que charlaba sin parar, señoras endomingadas que claramente salían de misa...

En facebook os dejé un vídeo donde se escucha una guitarra que tocaba un señor y que era gloria bendita.

Estuve un rato allí inspirándome mientras mi marido me decía que debería llevar papel y boli y sentarme en la terraza a escribir. Todo muy parisino pero con el aparato que llevo en el dedo no puedo escribir, solo tecleo y malamente. Pero si que encontré mucha inspiración.

Se me ocurrían tantas cosas al ver semejante variedad...mamás muy clásicas y arregladas con sus hijos, clásicos también, y de punta en blanco. Y mamás arregladas pero con leopardo y vaqueros y sus hijos, de punta en blanco pero modernos. Niños que estaban junto a sus madres sin moverse, y niños con la bici y el patinete entre los peatones. Señoras con perros sentados en los bancos que hablaban con ellos como yo con mis gatos. Y señoras con sus abrigos buenos y perfumes caros, y más señoras, estas con sus chaquetas de paño y colonias frescas...todos compartiendo espacio, a veces hablando entre ellos y otras, cada uno a lo suyo, en sus cosas y con su ambiente.

Avazando despacio pude ver a un grupo de gente mayor que seguramente eran turistas, haciéndose fotos y hablando entre sí de lo mucho que les gustaba todo. Se les veía muy animados y disfrutando de un viaje que seguramente se merecen mucho.

Poco a poco dejamos atrás la iglesia y nos metimos en el barrio alto, una de mis zonas preferidas de la ciudad.

Lo curioso de la zona es que apenas había gente, en la calle solo se escuchaban nuestros pasos, al contrario que en los alrededores de la iglesia.

He ido por esta zona miles de veces a lo largo de mi vida, y cada vez que veo alguno de esos rincones siento que lo veo por primera vez.

cimavilla

Siempre hay rincones preciosos

Y hablando en voz baja para no despertar a ese barrio que parecía dormido fuimos avanzando; subiendo cuestas y escaleras, atravesando callejuelas y sacando fotos, y sin darnos cuenta ya estábamos en la zona que se llama El muelle.

Allí contemplamos un ratito los barcos y pusimos rumbo a casa por el centro de la ciudad. Vimos algunos de los adornos navideños que realzan las calles y sonreímos al pasar por delante del edificio donde al día siguiente iban a cantar nuestros hijos.

Y poco a poco el silencio se fue volviendo de nuevo bullicio y entonces llegamos a casa para poder comer, leer el periódco y hacer nuevos planes para exprimir la tarde del domingo.

Y hasta aquí el paseo. Mil gracias por leerme y nos vemos el sábado en el repaso semanal. Si os apetece pasaos porque siempre hago algún especial; a veces de turismo, otras de cine, infancia, libros o recetas, pero siempre hay algo diferente.

Por cierto, la maravillosa Irene, del blog La Quimera ha hecho una reseña de mi novela muy muy bonita, os la dejo aquí. Mil gracias, Irene, de verdad.

Muy muy feliz jueves.

Fuente: este post proviene de Pequeños trucos para sobrevivir a la crisis , donde puedes consultar el contenido original.
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