Reflexión; febrero

Jueves reflexivo; febrero

Hola a todos y bienvenidos un día más. ¿Qué tal ha ido la semana? La mía se ha acortado gracias al puente. Ya sabéis que hoy es el día del post improvisado, escribo del tirón y con mi gato y mi café, aunque hoy no es café, ya lo he terminado y estoy con mi infusión favorita de esta semana. Y sin más rollo empezamos.

Hoy se me ha ocurrido hablar de febrero, pero no sabría decir por qué. Hace años leí en un relato que escribió mi madre(en mi familia escribe casi todo el mundo, y participan en concursos y vamos juntas a entregas de premios, ganemos o no), algo así como lo paradójico que resultaba que el mes más corto del año, muchas veces se nos hacía muy largo. Y a mí me pasa eso.

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Cuando era pequeña disfrutaba mucho del carnaval, que casi siempre era en febrero, pero luego, no sé por qué, el resto del mes se me hacía largo. Tenía muchas ganas de vacaciones de Semana Santa, ya que siempre hacíamos algo especial, pero febrero no pasaba, y eso que entre el carnaval y el miércoles de ceniza estábamos 5 días sin clase.

Cuando fui más mayor tuve viajes de estudios, y eran en marzo, y claro me hacían mucha ilusión, mis ansias eran enormes y febrero se deslizaba demasiado despacio, era una especie de mes de transición que se hacía pesado.

Mi primer viaje de estudios fue con trece años y fuimos a Burgos, Barcelona y Zaragoza, y aunque ya conocía algunos de los sitios ir 10 días por ahí sin la familia, con los amigos y con esa sensación de ser mayores eran demasiado para mí. Quería hacer la maleta con mucha antelación y las horas de clase se me hacían eternas.

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Y no os digo nada con viajes en la adolescencia, el primero fue a Londres y entonces febrero literalmente se detuvo.

Recuerdo que no hablaba de otra cosa con mis amigas, en Reyes muchos de los regalos que pedí estaban relacionados con el viaje y mi madre, de sorpresa, me había puesto para Papá Noel una cámara de fotos mejor que la que tenía.

Una amiga de mis padres me había regalado un neceser y lo llené con las cosas recibidas en reyes el mismo día seis, y cada día de febrero lo miraba deseando guardarlo en la maleta.

Al final todo llega, claro, y el viaje llegó, fue maravilloso y se fue. Esos viajes siempre son únicos y aunque con el tiempo la mayoría volvemos a esos lugares, y nos encantan y maravillan no es lo mismo que a los 16 años, pues como decían en la serie Sabrina, a los 16 años el amor siempre es verdadero. Y eso se aplica a muchas cosas.

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Algo después tuve otro viaje por Europa y de nuevo febrero pasó muy despacio, como ralentizado, y de nuevo llegó y se fue, y me enamoré de sitios a los que volví pero en otras circunstancias.

Pero febrero también me trajo cosas malas muchas veces, el año pasado y el anterior vino cargado de cosas de salud en mi familia, y esperar los resultados se hizo eterno, eran menos días que otros meses pero no pasaban, como si se hubiera atascado el calendario.

Este año febrero empezó fatal, ya el día uno con temas de salud y de nuevo a esperar resultados, y aunque he tenido un paréntesis esta semana, otra vez siento que los días pasan lentos.

Y hace un par de años me tocaba dejar el odioso cargo de presidenta de la comunidad y el mes no avanzaba y las cositas pendientes no se zanjaban.

Mi hija nació en marzo y en la familia todos queríamos que estuviese ya con nosotros, no era yo de esas que disfrutan tanto del embarazo, quería tenerla conmigo, mimarla y sentirla, y el resto de la familia igual y uffff, qué larga fue la espera.

Vale que en este mes eterno está San Valentín, que ayer en mi caso llegó con premio porque gané un lote de productos Carretilla por una dedicatoria que le hice a mi marido y además de cosas chulas y ricas de la marca(que nos fundimos en una cena romántica porque estábamos sin hijos) traía una rosa en una campana como la de la Bella y la Bestia, deberíais haberme visto chillando de alegría al abrir la caja.

Febrero también trae nieve, de hecho es cuando más he ido siempre, y nos regala mimosas y frutales floridos, las cigüeñas llegan con San Blas y tenemos los premios Goya y la ópera de Oviedo en la que desde hace un par de años participa mi hija. Además siempre tengo algún concierto de rock o del coro, este año será del coro, así que hacemos cosas, pero sigue pasando lento.

El año pasado mi hijo volvía del Erasmus en febrero y parecía que el día no quería llegar, y este es mi hija la que se va y como en su caso es un país más complicado no pasaban los días para recibir papeles, vamos, que febrero siempre se hace de rogar.

Hoy ya es día 15, ya hemos pasado el ecuador del mes y este año no es bisiesto, afortunadamente, así que espero que pase rápido lo que queda, que le den los resultados a mi familiar y quiero dedicarme a disfrutar, a saborear lo que queda del invierno y a vivir intensamente la primavera, a aprovechar lo que pueda quedar de nieve, a pasar alguna tarde casera viendo pelis en bucle y a relajarme.

Hoy, por lo pronto, voy a pasear todo lo que pueda, y a leer, que tengo cúmulo, y me he preparado una comida que me encanta y que tiene muchas calorías, pero no importa, todo sea por pasar febrero.

Y hasta aquí el post de hoy, mil gracias a todos por leerme y nos vemos el sábado en el repaso semanal.

Y vosotros; ¿Pensáis que febrero es un mes eterno?¿Os gusta febrero?

Me han nominado a los premios Madresfera, si os apetece votarme podéis hacerlo en este enlace, soy Sal del apuro, estoy en el apartado de ocio familiar y luego hay que confirmar un email que os mandan para que el voto sea válido.

Hay blogs muy chulos que seguro que agradecen el voto así que animaos, yo ya estoy gastando mi cupo de votar a los compis, jejeje.

¡¡¡¡¡¡¡¡Gracias!!!!!!!!!1

Fuente: este post proviene de Pequeños trucos para sobrevivir a la crisis , donde puedes consultar el contenido original.
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