La decisión del presidente Trump de anunciar la retirada de las tropas de Alemania tomó a muchos por sorpresa en Europa. Como muchas de sus decisiones anteriores, incluso esta fue tomada unilateralmente sin ninguna consulta formal con los socios transatlánticos. Sin embargo, lo que no debe sorprender es la tendencia a la baja de la alianza transatlántica ante la cambiante realidad geopolítica de Europa.
La decisión de retirar las tropas se agravó cuando la Canciller alemana Angela Merkel rechazó la invitación del Presidente Trump para asistir a la cumbre de los líderes del G7 en Washington programada para el 10 de junio. Para el Presidente Trump la cumbre del G7 fue una oportunidad para mostrar que todo ha vuelto a la normalidad. Sin embargo, con Merkel rechazando la visita, citando la situación general de la pandemia, Trump tuvo que cancelar la reunión y la reprogramó para septiembre. No quiere decir que la decisión sobre las tropas fuera en represalia a que Merkel declinara la visita al G7. Lo que la retirada resonó es un seguimiento de las acciones dadas las actuales tensiones en las relaciones entre EE.UU. y Alemania. Richard Grenell, el ex embajador de EE.UU. en Alemania y actual director activo de la Inteligencia Nacional de los Estados Unidos fue uno de los críticos más ruidosos del gasto de defensa alemán y de la relación energética de Berlín con Moscú a través de su gasoducto Nord Stream 2.
Hablando con la agencia de noticias DPA en agosto de 2019, Grenell declaró: “”Es realmente ofensivo asumir que el contribuyente de EE.UU. debe seguir pagando para tener más de 50.000 estadounidenses en Alemania, pero los alemanes consiguen gastar su superávit en programas nacionales””. Lo que la declaración de Richard Grenell en ese momento reflejaba no era una mera advertencia sino un cambio de política en cuanto a la disposición de la presencia militar de EE.UU. en Alemania. En este sentido, es importante primero entender la presencia militar de EE.UU. en Alemania y segundo qué efecto tendrá la retirada en el compromiso de EE.UU. en la región.
Presencia militar de los Estados Unidos en Alemania
La guerra de Corea del decenio de 1950 fue un acontecimiento importante en lo que respecta a la percepción de la amenaza de los países comunistas por parte de Europa y los Estados Unidos. Temerosos de las potencias comunistas, los países europeos se mostraron escépticos ante las políticas agresivas de la Unión Soviética en Europa. A pesar del apoyo de los Estados Unidos a la reconstrucción de las economías y las fuerzas terrestres europeas, los países de Europa occidental fueron incapaces de equiparar el aumento militar necesario para disuadir a los soviéticos en el período inmediato. Esto les dejó sin otra opción que confiar en la presencia militar americana para salvaguardar sus intereses contra el aumento de la fuerza militar de la URSS. Por lo tanto, el 9 de septiembre de 1950, el presidente Harry S. Truman anunció que los EE.UU. reforzaría temporalmente sus tropas en Europa con la intención de que los gobiernos occidentales igualaran el compromiso de los EE.UU.Los Estados Unidos desplegaron sus fuerzas en varios países europeos durante la Guerra Fría, incluyendo el Reino Unido, Francia e Italia. Sin embargo, su despliegue de tropas más significativo fue en Alemania. Esto se debió al Estatuto de Ocupación firmado en abril de 1949, que permitía al Reino Unido, Francia y los Estados Unidos estacionar fuerzas de ocupación y pasar por alto el desarme y la desmilitarización de Alemania Occidental. En 1953, las fuerzas de los Estados Unidos en Alemania sumaban aproximadamente 300.000 tropas compuestas por personal de la Fuerza Aérea y del Ejército. Las tropas estadounidenses estaban estacionadas en su mayor parte a lo largo de las provincias meridionales y centro-occidentales de Alemania, en los actuales estados federales de Baviera, Hesse y Baden-Wurttemberg.
La presencia de las tropas estadounidenses aseguró la fiabilidad de los compromisos de los Estados Unidos con la construcción política de la alianza occidental y siguió siendo una piedra angular de la política de defensa de los Estados Unidos durante la Guerra Fría para Europa contra la Unión Soviética. Sin embargo, tras el final de la guerra fría y la reunificación de Alemania, la línea fronteriza que dividía la alianza occidental y la Unión Soviética ya no existía. Para los planificadores de la seguridad de los Estados Unidos, la Europa posterior a la guerra fría no representaba el mismo desafío de seguridad que durante la guerra fría. Ya no había una Alemania dividida ni una potencia soviética que pudiera crear inseguridad y amenazar la paz en el continente.
Al emprender consideraciones de seguridad en la Europa posterior a la Guerra Fría, los Estados Unidos iniciaron una retirada gradual de su presencia militar en Europa. Esta retirada se aceleró con los ataques del 11 de septiembre y los cambios posteriores en el reajuste de las bases militares en el extranjero, un proceso que comenzó bajo el mando del ex Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, conocido como Global Posture Review. Así pues, en la década de 2000 los Estados Unidos redujeron su huella militar en Europa, aunque mantuvieron varios puestos clave en Alemania.
Los EE.UU. mantienen hoy importantes cuotas de tropas en varios lugares de Alemania. Entre ellas se encuentran las guarniciones del ejército de los Estados Unidos (USAG) en Ansbach, Baumholder, Baviera, Hohenfels, Renania-Palatinado, Stuttgart, Wiesbaden y Garmisch. Además, los Estados Unidos también mantienen dos importantes bases aéreas en Ramstein y Spangdahlem y el Cuartel General del Mando Europeo de los Estados Unidos (USEUCOM) y el Mando de África de los Estados Unidos (USAFRICOM), ambos estacionados en Stuttgart. Estas bases hoy en día no sólo son para la seguridad europea, sino que sirven como importantes instalaciones logísticas y de entrenamiento para las operaciones militares estadounidenses en África, Irak y Afganistán.
Compromiso de los Estados Unidos en la región
La importancia y el número de instalaciones militares en Alemania sugiere que EE.UU. no tiene intenciones de salir de Alemania. Sin embargo, la decisión del Presidente Trump significa dos importantes desarrollos en la política americana hacia la región. Primero, los EE.UU. quiere que los aliados contribuyan más a su propia seguridad y segundo, los compromisos en la región están cambiando con más énfasis en la línea Intermarium en Europa del Este.
Las críticas al comportamiento de libre albedrío de Alemania en materia de seguridad, se remontan a mucho antes de que el presidente Trump tomara posesión del cargo. En particular, la preocupación de EE.UU. ha sido el bajo nivel de gasto, que en 2014 cayó por debajo del 1,2 por ciento del PIB, el mismo año en que los miembros de la OTAN acordaron en Gales comprometer el 2 por ciento de su PIB para el gasto de defensa. El apetito de EE.UU. por el mínimo gasto de defensa de Alemania fue mejor descrito por el ex Secretario de Defensa de EE.UU. Robert Gates, en un discurso en 2011, donde señaló que “”estaba surgiendo una alianza de dos niveles que se dividía entre los que están dispuestos y son capaces de pagar el precio y soportar las cargas del compromiso de la alianza y los que disfrutan de los beneficios de la OTAN pero no quieren compartir los riesgos y los costos””.
El Secretario Gates advirtió que “”habrá un apetito y una paciencia decrecientes en el Congreso de los Estados Unidos y en el organismo político estadounidense que se esfuerza por gastar fondos cada vez más preciosos en nombre de naciones que aparentemente no están dispuestas a dedicar los recursos necesarios o a hacer los cambios necesarios para ser socios serios y capaces en su propia defensa””. Con el Presidente Trump a cargo, la paciencia de los EE.UU. para el comportamiento de libre albedrío de Alemania, que ya era escasa, se está agotando rápidamente. Alemania tiene planes de aumentar el gasto de defensa al 1,5 por ciento de su PIB anual para el gasto de defensa en 2024, pero eso todavía estaría por debajo de la marca del 2 por ciento que los EE.UU. quiere. El aumento del gasto de defensa no es muy apacible políticamente en Alemania y en la situación actual en la que las naciones buscarán limitar el gasto de defensa frente al apoyo de los sectores médico y de salud pública a raíz del coronavirus, poco se puede esperar.
Además, el retiro de las tropas de Alemania puede no ser una razón suficiente para obligar a Berlín a aumentar sus gastos de defensa. La presencia militar de los Estados Unidos ha sido un tema controvertido en Alemania con el partido de izquierda Die Linke oponiéndose a la presencia de tropas estadounidenses y pidiendo su completa retirada. Dietmar Bartsch, el líder del grupo parlamentario de Die Linke, acogió con satisfacción la decisión declarando que “”el gobierno federal debería aceptarla con gratitud y empezar a preparar rápidamente la retirada completa de los soldados estadounidenses con la administración Trump””. Die Linke no es el único partido que se opone a la presencia militar de EE.UU. en Alemania. El líder del Partido Socialdemócrata (SPD) Rolf Mützenich recomendó la retirada de las armas nucleares estadounidenses del suelo alemán, después de que Karrenbauer el ministro de defensa sugiriera reemplazar los anticuados aviones Tornado por el Eurofighter y el F-18 – este último con capacidad nuclear y en línea con la estrategia de disuasión nuclear de la OTAN.
La reducción de las tropas estadounidenses puede terminar sin graves consecuencias para la seguridad alemana. Pero el daño simbólico que ha hecho a las relaciones entre EE.UU. y Alemania es bastante grave. En otro movimiento simbólico, el Presidente Trump anunció que algunas de las tropas de EE.UU. serán trasladadas a Polonia. El mensaje simbólico del anuncio fue bastante importante. El presidente polaco se convirtió en el primer jefe de estado en visitar la Casa Blanca después de la pandemia de coronavirus. El gesto del presidente polaco fue recibido con el apoyo del presidente Trump, lo que dio a Duda el impulso necesario para ganar las elecciones presidenciales.
Polonia se ha convertido en un importante aliado de seguridad para los Estados Unidos, tras las actividades rusas en Ucrania. Polonia no sólo es uno de los pocos países europeos que cumple con el requisito del 2% de la OTAN en materia de gastos de defensa, sino que también ha reforzado significativamente su cooperación en materia de seguridad con los Estados Unidos. Desde el punto de vista de la seguridad polaca, el fortalecimiento de su relación de seguridad con los Estados Unidos y el hecho de tener tropas estadounidenses en territorio polaco le da la oportunidad de superar sus temores de seguridad ante un ataque de Rusia. Además, también le da a Varsovia la oportunidad de mejorar y perfeccionar sus propias capacidades militares con la avanzada tecnología de armas de los Estados Unidos.
A este respecto, Polonia ya está mirando hacia los Estados Unidos para modernizar sus fuerzas armadas como parte del Plan de Modernización Técnica de 2026 y posteriormente ha mostrado interés en albergar una presencia militar estadounidense permeable en el país. Aunque “”Fort Trump”” (base estadounidense en Polonia) está atascada en cuestiones de financiación, colocación de tropas, derechos legales y los principios bajo los cuales funcionarán los soldados, no ha disuadido a ninguno de los dos países de reforzar su compromiso de defensa.
El Ejército de los Estados Unidos ya tiene despliegues rotativos de ABCT en Polonia (Equipo de Combate de Brigada Blindada) y en 2019, el Pentágono decidió ampliar su actividad con un cuartel general de división desplegado en el frente, equipo preposicionado para un segundo ABCT, unidades logísticas y un escuadrón de aviones teledirigidos MQ-9 Reaper al país. Además, Polonia es también un importante comprador de equipo militar de los Estados Unidos con planes de comprar varias baterías de defensa aérea Patriot junto con otro equipo militar. De ninguna manera, Polonia puede reemplazar la importancia de tener bases militares en Alemania. El cambio de bases es una tarea compleja que implica años de disputas diplomáticas para llegar a un acuerdo común.
Desde el interés geopolítico de los Estados Unidos en Europa, Polonia representa hoy en día un importante actor en la línea Intermarium, que comprende principalmente países de Europa Central y Oriental, desde Estonia hasta Turquía, formando un arco de estados fronterizos para contener la influencia rusa en la región. La percepción de la amenaza que Polonia tiene de Rusia y su necesidad de construir una fuerte asociación bilateral la convierten en un actor importante en la dinámica de seguridad de Europa.
Los puntos de vista y opiniones expresados en este artículo son los del autor.
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