Razones Ilógicas

Cuando él abrió su correo electrónico, su corazón se detuvo medio segundo. Ella estaba ahí, colgada entre los 23 correos que le llegan cada día. Como siempre, exigiendo palabras dulces, que se reportara, que le enviara las fotos de ella con él que el tenía, que le dijera que la amaba y que además, lamentara el mal momento que estaba pasado desde que su padre murió sin avisar.

Luego se enfadó, como lo hace siempre con ella... dos segundos. Y se quedó sin saber bien que decir, porque desde hacía mucho, se había convencido que el no sentía nada, no quería nada y no sabía nada... aunque en ese momento su corazón lo estuviera matando de taquicardia, y los recuerdos tuvieran ese olor tan particular que no había logrado olvidar.

Entonces la odió un poco. Por no mantenerse alejada, por no tener arrugas, por tener una preciosa sonrisa, por compartir sus penas, por dejar que su padre muriera dejándola sola y por no saludar ni despedirse cuando le escribe correos electrónicos. Al minuto siguiente pasó a amarla con locura, en silencio y en secreto, recordando su voz, su piel, sus labios y su lengua. Esa lengua que al recordarla le daba escalofríos en la columna vertebral y en otras partes mas interesantes...

Así debe ser el amor. Ilógico y estúpido. En silencio y en secreto. Olvidadizo, hasta para un poeta como él, con su corazón medio seco y su cuerpo en ebullición, cada vez que se la encuentra en su correo electrónico, agarrada de la lista de correo, como una piedra en un acantilado, esperando su reacciones y sus razones... ilógicas...

? al final ella siempre dice que lo ama... y el sabe que es verdad.

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