Compartiendo los dogmas y objetivos radicales de Al-Qaeda y Daesh (Estado Islámico en el Iraq y Siria/ISIS), las organizaciones terroristas islamistas del Sahel y Nigeria, que comprenden el Estado Islámico del Gran Sahara (ISGS), el Estado Islámico de la Provincia del África Occidental (ISWAP) y Boko Haram, tienen por objeto imponer la ley de la sharia en la región. Sin embargo, para establecer su ordenamiento y el temor entre el pueblo y desacreditar a los gobiernos elegidos, las organizaciones militantes desencadenan un reino de terror, matando a civiles indiscriminadamente. Dos análisis académicos recientes sobre los militantes islamistas en África dan un toque de atención al mundo sobre la peligrosa proliferación del terrorismo religioso en el continente africano: 1) Horn, Sahel, and Rift: Fault-Lines of the African Jihad , de Stig Jarle Hansen, y 2) Everything You Have Told Me Is True: The Many Faces of Al Shabaab , de Mary Harper. Lamentablemente, la comunidad internacional ha perdido el sueño por el terrible estado de la gente desafortunada de la región.
Cualquier esfuerzo antiterrorista debe tener en cuenta que la militancia radical y el terrorismo basado en la fe no son el resultado de una ideología fundamental solamente. La mayoría de las veces está impulsado por la pobreza abyecta, la injusticia socioeconómica y el desempleo. Además, los regímenes autocráticos y las monarquías opresivas del mundo islámico siguen siendo una pesadilla para los musulmanes comunes. El apoyo de Occidente a estos gobernantes autocráticos en el Oriente Medio y en los países africanos (por sus objetivos de política exterior) dio lugar a la alienación de la población local. Así pues, aunque la mayoría de los seguidores de la fe islámica no son extremistas por naturaleza y detestan los actos de terror, un gran segmento sigue simpatizando con la causa de los militantes, considerados como reformistas religiosos, nacionalistas o luchadores por la libertad. Dado que los ideólogos religiosos, los fugitivos radicales, los grupos armados ilegales y los elementos criminales son de naturaleza oportunista, establecen sus feudos en países gobernados por la tiranía o divididos por conflictos étnicos, conflictos religiosos y gobiernos depredadores y corruptos.
Mientras la comunidad internacional permanecía paralizada por Al-Qaeda y Daesh, Boko Haram ha bombardeado escuelas, iglesias y mezquitas, matando y mutilando civiles a voluntad. Ha secuestrado a mujeres y niños, así como asesinado a políticos y líderes religiosos con impunidad.
Originada en 2002 como filial de un movimiento salafista del estado nigeriano de Yobe, el nombre real de Boko Haram es Jama’atu Ahlis Sunna Lidda’Awati Wal-Jihad . En el dialecto local Hausa Boko Haram significa “La educación occidental es pecaminosa”.
De manera similar al adoctrinamiento de Al-Qaeda en Tehrik-e-Talibán (TTP) en Pakistán y Afganistán y de Daesh en Iraq y Siria, Boko Haram también obtuvo su experiencia en materia de terrorismo de Al-Qaeda y se hizo competente en la fabricación de IED y VED (artefactos explosivos improvisados y vehiculares), se le suministraron armas y se organizó una flota de transporte. El grupo organizó sus fondos explotando: (1) donantes secretos de Oriente Medio y África que proporcionaban fondos tanto abiertamente (subvenciones a mezquitas/madrasas) como de forma encubierta (financiación de la causa islámica) a través de canales ilegítimos de blanqueo de dinero y financiación del terrorismo; 2) actividades delictivas organizadas como el tráfico de drogas y estupefacientes, la extorsión, el contrabando ilegal de mercancías y los secuestros para obtener rescates; y 3) actuación como fuerza mercenaria/protectora para el núcleo de Al-Qaeda y Daesh (liderazgo). Además, como los ataques suicidas requieren mucha motivación ideológica y adoctrinamiento espiritual, Boko Haram también aprendió el arte de atraer a jóvenes desprevenidos, pobres y desempleados por su motivo oculto.
La Nigeria moderna permaneció bajo el dominio administrativo británico como una colonia gobernada indirectamente por caciques tribales desde 1914. Nigeria obtuvo su independencia en 1960, pero sólo para ver una guerra civil mortal entre 1967 y 1970. A partir de entonces, Nigeria fue gobernada alternativamente por gobiernos elegidos democráticamente y por dictaduras militares hasta que llegó al país una democracia estable en 1999.
Tras las elecciones presidenciales de 2015, en las que el Presidente Muhammadu Buhari llegó al poder, la Nigeria urbana se volvió bastante progresista. El país está dividido administrativamente en 36 estados (provincias), de los cuales 12 están dominados por los musulmanes, situados en su mayoría en la parte septentrional del país. Sin embargo, la periferia y las zonas rurales de Nigeria siguen estando gobernadas por caciques tribales.
En su libro de 2017 titulado Boko Haram: La historia de un movimiento yihadista africano , Alexander Thurston documenta el apoyo de Boko Haram a la gobernación del sheriff Ali Modu en el estado de Borno entre 2002 y 2009. Boko Haram pasó a formar parte del gobierno del estado tras la victoria del Sheriff en las elecciones, cuando un estrecho confidente de su jefe fue nombrado comisionado del gobernador para asuntos religiosos del estado de Borno.
En una brutal represión policial en julio de 2009, el fundador de Boko Haram y líder durante siete años, Mohammed Yusuf, fue acosado y asesinado junto con cientos de sus miembros. La muerte de Yusuf llevó a Boko Haram a dividirse en diferentes facciones. Según algunas estimaciones, Boko Haram comprende hasta 6.000 militantes islamistas empedernidos, sin escasez de nuevos reclutas debido al desempleo masivo y la pobreza en la región. Habiendo permanecido inactivo desde 2009, un nuevo grupo surgió en 2011 bajo el nombre de Movimiento Islámico Yusufiya . Expresando su preocupación por los ataques a civiles y la pérdida de vidas inocentes, el grupo hizo un llamamiento a la reconciliación con el gobierno.
Luego, en 2012, surgió otro grupo de disidentes llamado Jama’at ul Ansaril Muslimina fi Biladis Sudan (que significa: Vanguardia para la Protección de los Musulmanes en el África Negra). Este grupo militante, conocido comúnmente como Ansaru , se separó con el argumento de que los asesinatos de la población local y la aplicación estricta de la sharia islámica reducirían el atractivo regional de Boko Haram entre la población local. Así pues, Ansaru comenzó a atacar a los extranjeros. Sin embargo, a pesar de que en 2012 se produjo una importante fuga de presos en Abuja, seguida del secuestro de un ingeniero francés, Ansaru ha permanecido en gran medida inactivo desde 2015.
El asesinato de Yusuf, sin embargo, hizo que Boko Haram se transformara en dos grandes grupos separados, ambos feroces y mortales en su terror:
1) Dirigido por Abu Musab al-Barnawi, del que se dice que es hijo de Yusuf, el primer grupo se denomina El Estado Islámico Provincia de África Occidental (ISWAP) y
2) El original Jama’atu Ahlis Sunna Lidda’Awati Wal-Jihad (significado: Gente comprometida con la propagación de las enseñanzas del Profeta y la yihad) comandada por el diputado de Yusuf, Abubakar Shekau
Shekau sigue siendo en gran medida esquivo. Usando el alias de Darul Tawheed , los analistas lo describen como un despiadado solitario y maestro del disfraz. No habla directamente con los miembros de su grupo, optando por comunicarse a través de unos pocos confidentes seleccionados.
Virginia Comolli señala en su libro Boko Haram: La insurgencia islamista de Nigeria , que la facción radical de Boko Haram se reagrupó entre 2009 y 2011 bajo el mando de Abubakar Shekau y comenzó una campaña insurgente contra el gobierno central. Entre 2011 y 2015, la escala y el alcance de los atentados terroristas y otras actividades delictivas aumentaron drásticamente. La capacitación y el apoyo proporcionados por Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQIM), Al-Shabaab de Somalia y Daesh de Iraq (ISIS) otorgaron al grupo conocimientos especializados para llevar a cabo una serie constante de asesinatos, atentados suicidas con bombas y ataques con muertes en masa tanto contra civiles como contra las fuerzas de seguridad de Nigeria y los países circundantes.
La supervivencia de los grupos fue posible gracias a la simpatía, la cooperación y la protección de la población local. Este apoyo se debe a tres factores: 1) El terror y la crueldad de los grupos militantes; 2) El apoyo público a la aplicación de la ley de la sharia ; y 3) El hecho de estar alejados del gobierno central de Nigeria y de las gobernaciones, considerados totalmente corruptos e ineficientes.
Aunque los musulmanes del norte de Nigeria aborrecen la violencia, su pobreza abyecta, la apatía e incompetencia del gobierno central y las brutalidades a manos de las fuerzas de seguridad nigerianas les hacen mirar hacia otro lado, mientras que Boko Haram desató el terror en la región. Los grupos de defensa de los derechos humanos han acusado a las autoridades locales de cometer violaciones de los derechos humanos en su lucha contra el grupo militante, lo que alimenta aún más los sentimientos antigubernamentales y el resentimiento entre la población nativa.
Al igual que el modelo de gobernanza de los talibanes en el Afganistán, las facciones de Boko Haram también prestan servicios de solución de controversias, préstamos de microfinanciación a los jóvenes y agricultores locales, educación islámica, atención de la salud y servicios públicos en las zonas que controlan. Sus servicios son rápidos, imparciales y justos, mucho mejores que los que el gobierno central o las gobernaciones ofrecen a sus ciudadanos. Aunque de naturaleza despiadada, la sostenibilidad y la longevidad de Boko Haram, si no su popularidad, radican en el bien que proporciona al público bajo su gobierno.
Hay que tener en cuenta que la estrategia y las tácticas de Al-Qaeda y Daesh (ISIS) difieren drásticamente. Mientras que Al-Qaeda se esforzaba por ganar y controlar los corazones y las mentes de las masas a través de su propagación ideológica; Daesh se centraba en el control físico del territorio para una exhibición pública de su califato global en línea con el plan maestro de los yihadistas o una estrategia de siete etapas – ya sea en Irak y Siria o en su provincia de Khorasan en Afganistán. Asimismo, bajo la influencia de Daesh, Boko Haram también se transformó en una organización terrorista madura, llevando a cabo ataques para obtener beneficios territoriales en el noreste de Nigeria y en ciertas partes del Chad, el Níger y el Camerún, en lugar de su práctica inicial de atentados con fuga.
Como ya se ha mencionado, dado que las zonas periféricas de muchos de los países africanos siguen en gran medida sin estar gobernadas por los gobiernos centrales, los cacicazgos tribales de las tribus Kanuri y Hausa-Fulani de Nigeria y los vecinos Chad, Níger y Camerún no sólo concedieron a Boko Haram un refugio seguro en sus tierras -a cambio de seguridad y fondos- sino que también proporcionaron jóvenes militantes de sus tribus como soldados de a pie.
Esa libertad territorial permitió a Boko Haram establecer su escritura y feudo en muchos estados de Nigeria, como Borno (noreste), Yobe, Gombe, Adamawa, Kano, Bauchi, Kaduna y a lo largo del río Komaduga Yobe en la frontera entre el Níger y el Chad. Tras haber establecido su control sobre casi dos tercios del estado de Borno, Abubaker Shekhu prometió lealtad al ex califa de Daesh, Abu Bakr al-Baghdadi, y estableció su propio califato en Mubi, junto al Camerún, en 2015.
Shekau aplicó la ley de la Sharia en el territorio ocupado y nombró emires en los estados adyacentes de Dikwa, Gwoza, Damboa y Bama. Utilizando el estado sin ley de Borno como capital del estado, el grupo militante opera y busca refugio en el bosque de Sambisa cerca de Maiduguri. Boko Haram sacudió al mundo con una profunda preocupación por la proliferación del terrorismo religioso en el continente africano cuando secuestró a 276 escolares de la ciudad de Chibok en abril de 2014. A pesar de que algunas niñas se han recuperado en los últimos cinco años, 112 siguen sin poder ser localizadas. Es muy probable que las niñas cautivas sean tratadas como esclavas sexuales vestidas de esposas de los militantes fugitivos; de manera similar a como Daesh reclutó a las mujeres yazidis capturadas, así como a mujeres extranjeras voluntarias, como esposas de sus combatientes.
La pregunta es ¿por qué los Estados Unidos y la comunidad internacional no han tomado medidas serias contra Boko Haram? La respuesta radica en el alcance limitado de las actividades terroristas, que se limitan a la región africana y no amenazan directamente la seguridad del orden mundial internacional como Al-Qaeda o Daesh. Sin poner las botas sobre el terreno, los Estados Unidos han restringido su papel a poner una recompensa de 7 millones de dólares por la cabeza de Shekau, además de designar a Boko Haram como red terrorista extranjera y proporcionar apoyo técnico y financiero a las fuerzas de seguridad nigerianas que luchan contra la insurgencia.
En vista de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos para 2017, el foco de atención del Pentágono se ha desplazado hacia su competencia estratégica de gran potencia con Rusia y China. Sin embargo, causando preocupación entre los aliados europeos de América, los informes sobre la consideración por parte de Washington de una importante reducción de sus tropas en África, así como los posibles recortes en la misión de las Naciones Unidas en Malí, equivalen a quitarle el ojo de encima a la pelota (del terrorismo global). Olivier-Rémy Bel, un compañero de visita en El Atlántico señaló en La guerra de las rocas el 24 de enero de 2020: “Para la población del Sahel, una retirada de los Estados Unidos la dejaría aún más vulnerable a futuros ataques terroristas. En pocas palabras, una retirada americana sería una tontería de centavos, pero una tontería de libras”.
Sin embargo, el exceso de alcance de Boko Haram en la campaña de insurgencia como grupo guerrillero (tardíamente) despertó a los gobiernos de Nigeria, Camerún, Chad y Níger para lanzar una operación militar en toda regla contra el grupo terrorista en 2015. La matanza de civiles inocentes en nombre del Islam alimentó aún más los repugnantes sentimientos de la población musulmana local que la volvieron contra los militantes. Después de haber albergado y protegido a los terroristas por miedo o por apoyo, la gente finalmente comenzó a cooperar con las fuerzas de seguridad para acosar y eliminar a los radicales que había entre ellos. Al arrebatar la tierra del control de Boko Haram, el presidente nigeriano Muhammadu Buhari declaró la “derrota técnica” del grupo terrorista en 2015. Con los comentaristas independientes señalando el “rápido declive” del grupo, Reuters también trazó un mapa del grupo terrorista “a la fuga” en 2015.
La derrota total de Boko Haram, sin embargo, sigue siendo un camino muy largo. Aunque Boko Haram no esté en condiciones de lanzar ataques convencionales a gran escala contra las fuerzas de seguridad o los centros de población, el equipo sigue teniendo los medios para llevar a cabo atentados suicidas con bombas y ataques con IED/VED. Entre 2016 y 2018 el conflicto consumió casi 2.000 vidas; una quinta parte del total de 2015, cuando la guerra estaba en su apogeo. Los años más violentos de la insurgencia de Boko Haram ocurrieron en 2014 y 2015, cuando se dirigió a la población civil sólo para causar miedo y su escrito entre el público. Después de su faccionalización y de la transformación de su estrategia y sus perspectivas, el grupo terrorista ya había empezado a atacar a las fuerzas de seguridad, que cobraron impulso en respuesta a la campaña militar. Superando el total anterior de 450 en 2014, Boko Haram mató a 459 miembros de las fuerzas de seguridad del Estado de Nigeria en 2018.
La respuesta del gobierno nigeriano, mientras tanto, sigue siendo irresoluta y vacilante. Por un lado, el ejército utiliza una fuerza indiscriminada y desproporcionada como respuesta reactiva, causando graves daños colaterales. Por otro lado, los largos interludios entre las operaciones militares, con el pretexto de proteger a la población civil, permiten a los insurgentes refrescarse, reagruparse y rearmarse. Con el fin de salvaguardar las instalaciones más pequeñas del ejército que sufren frecuentes ataques de los insurgentes y reducir el impacto de esta guerra de desgaste, el ejército nigeriano se ha retirado a “super-campamentos” mejor protegidos. Sin embargo, la retirada muestra la convicción poco entusiasta del ejército en una batalla librada por la orden del estado. Al ceder el control de vastas franjas de las zonas rurales y abandonar a la población desamparada a merced de los militantes, el ejército ha permitido esencialmente que los terroristas se amotinen con su violencia.
Además, al causar un vacío de seguridad, la decisión del Chad de retirar sus 1.200 soldados que luchaban en Boko Haram (Nigeria) como parte del Equipo de Tareas Conjunto Multinacional de la Comisión de la Cuenca del Lago Chad en enero de 2020 no sólo dio un mensaje erróneo de pusilanimidad militar sino que también obligó a cientos de residentes de Gajiganna a huir a Maiduguri, la capital del estado nigeriano de Borno, por temor a un aumento de los ataques de los militantes radicales.
La guerra contra los grupos terroristas islamistas sigue siendo una campaña larga, ardua y que requiere mucho tiempo. Para contrarrestar la narrativa de los fanáticos religiosos e ideólogos radicales y poner fin a sus actos de terror, es imperativo entender la dinámica del radicalismo islámico. Sin abordar algunos fundamentos que afligen al mundo musulmán, el terrorismo religioso nunca podrá ser erradicado:
1) Abordar los agravios políticos de la población local; concederles derechos democráticos; eliminar su empobrecimiento y privación; e instituir la justicia socioeconómica
2) Proporcionar un modelo de mejor gobierno como alternativa a la estricta ley islámica Sharia
3) Basado en los principios islámicos de Ijma’ (consenso de los eruditos islámicos sobre los preceptos del código de conducta y la ley islámicos) y Ijtihad (una deliberación exhaustiva para encontrar una solución a una cuestión jurídica islámica o para redefinir o reinterpretar la pertinencia de un mandamiento judicial de acuerdo con la época actual por parte de eruditos eminentes en la jurisprudencia islámica), ofreciendo una contra-narrativa imparcial y legítima a la ideología jihadista, y
4) Usar una fuerza cinética sostenida, rigurosa e ininterrumpida para aplastar y exterminar las bandas criminales
Mientras los gobiernos de la Unión Africana siguen enarbolando sus banderas de paz y seguridad sin el apoyo de sus mástiles, la comunidad internacional debe dar un paso al frente para eliminar el terror de la región, como lo hizo contra Al-Qaeda y Daesh en otros lugares.
Como Shakespeare señaló en El Mercader de Venecia , “El diablo puede citar las Escrituras para su propósito. Un alma malvada que produce un testimonio santo es como un villano con una mejilla sonriente. Una buena manzana podrida en el corazón. ¡Oh, qué buena falsedad exterior tiene!” La plaga del terrorismo religioso no se puede culpar a la fe islámica.
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