Como dijera Paco Umbral y salvando las distancias,
hoy he venido a hablaros de mi libro.
Recién salido de ese horno donde finalmente son cocidas las ideas que fueron amasadas por los propios sentimientos.
Hoy me encuentro en esa segunda fase que no es otra que la de “presentarlo en sociedad” A partir de este momento comienzo a buscar lugar, presentadores, día, hora y amantes de la poesía que quieran acompañarme al acto correspondiente. Como se trata de un proceso que no es nada rápido, en la medida de que, vayan pasando los días, iré informando de las particularidades, hasta llegar a las invitaciones personales cuando llegue el momento.
Entre tanto, y para ir abriendo boca, os dejo en “copia y pega” lo que de este poemario y sobre mí como su autor, dice la escritora Carmen Morales, afincada en Lisboa, Portugal.
“Sea tal vez porque la Musa inspira su pluma, sea por ser hijo de escritores y poetas, la obra de Terly resplandece sin artificios, con la sencillez de quien sabe el valor de las palabras, de quien conoce el valor del tiempo, de los silencios, de las pausas”.
“ Es este libro un canto a la Vida, a los momentos que llenan nuestra existencia de alegrías, fracasos y esperanzas; de anhelos y frustraciones, de amores y desencantos. Un espejo que refleja la existencia de quien ha llegado a su etapa dorada, cargado de sabiduría y experiencia, consciente de cuánto valen los besos, los abrazos, los te quiero. Un bosque de poemas que, como un tesoro, esperan los ojos que los lean, ávidos de encontrar en ellos el aroma de la verdadera poesía. Que en este caso es, el Olor a tierra mojada.
Un ejemplo de cuanto se dice es el soneto que da nombre al poemario y que figura en su contraportada:
OLOR A TIERRA MOJADA
que anuncia los finales del verano,
hoy llega a mi ventana
el resplandor lejano
de sonora y eléctrica tormenta
y me regala olores
que trae de la montaña
árida y polvorienta
tras un duro verano de calores.
La lluvia, que a la seca tierra baña,
sedienta se la traga la campaña
y el “petricor” que deja,
nos llena de nostalgias y placeres.
El vespertino cielo ya refleja