No es mi problema

Un ratón que vivía en una granja estaba buscando comida cuando, de pronto, a través de un agujero, observó que el granjero y su esposa estaban abriendo un paquete que acababan de comprar. En cuanto sacaron lo que había en su interior, el pequeño roedor se escandalizó, pues no era otra cosa que una trampa para ratones. Asustado se fue corriendo para avisar al resto de los animales de la granja.




–¡Han comprado una ratonera! ¡Han comprado una ratonera! –gritaba.




Las dos vacas, que en ese momento estaban pastando tranquilamente, le contestaron:




–Vaya, ratón, lo sentimos mucho, sé que puede llegar a ser un gran problema para ti, pero como comprenderás, a nosotras eso no nos afecta en lo más mínimo.




El ratón, desilusionado, se acercó al perro para comunicarle la mala noticia:




–¡Perro, perro! ¡Tienes que ayudarme! ¡Los granjeros acaban de comprar una ratonera, tienes que ayudarme a quitarla!




El perro, que se encontraba descansando plácidamente en un rincón del establo, le contestó sin demasiado interés.




–Vaya, ratón, lo siento mucho por ti, pero como comprenderás, muy poco me afecta a mí esa ratonera.




El ratón, indignado, se acercó a los tres cerdos que había en la granja para ver si estos podían ayudarle de alguna forma.




–¡Cerdos, cerdos!, acabo de ver que los granjeros han comprado una ratonera. Ayudadme a encontrarla para no quedar atrapado en ella.




Los cerdos, que en ese momento se bañaban plácidamente en un charco de barro, le miraron con desgana.




–Vaya, pobre ratón, tendrás que andar con mucho ojo...

–Pero tenéis que ayudarme, es horrible que haya una ratonera en la granja.

–¿Acaso nosotros estamos en peligro? Puede ser horrible para ti, no lo dudo, pero no creo que una ratonera pueda hacernos ningún daño.




Y los cerdos continuaron tumbados en el barro. Y así, uno a uno, los animales se fueron desentendiendo de aquel problema, pues era algo que, en principio, solo afectaba al ratón.




Pasaron varios días en los que el ratón andaba con muchísimo cuidado, pues sabía que en cualquier momento podía encontrarse con la ratonera y quedar atrapado en ella. No había conseguido convencer a ningún animal para que le ayudase a encontrarla y a inutilizarla, o al menos a esconderla.





La ratonera
Pero una noche, de pronto, se escuchó un ruido, como si la ratonera hubiera cazado algo. La granjera salió corriendo para descubrir que la ratonera había atrapado una serpiente que parecía muerta, pero al intentar soltarla, la serpiente pegó una sacudida y mordió a la mujer en un brazo.




El granjero, alertado por los gritos de su esposa, salió corriendo y al ver lo ocurrido la subió en su coche rápidamente para llevarla al hospital, con tan mala suerte que al arrancar atropelló al perro que estaba durmiendo justo debajo.




Durante los siguientes días vinieron muchos familiares a ver a la mujer y, para poder dar comida a todas esas personas, el granjero decidió matar los tres cerdos que tenía. Finalmente, cuando la mujer ya estaba curada, llegó la factura del hospital y los granjeros solo pudieron hacer frente a la misma vendiendo al matadero las dos vacas que poseían.




No mires hacia otro lado. Denuncia. Pon fin al acoso escolar.

La versión de este cuento aparece en el libro Invisible de Eloy Moreno.

Fuente: este post proviene de Relatos de tinta-e, donde puedes consultar el contenido original.
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