Una brisa de aire fresco, así es ella. ¿Se puede conectar con alguien a quien apenas conoces? Natalia invita a ello. Diseñadora, fotógrafa, ilustradora y, hasta, escritora -ésto lo afirmo yo-. No hay duda de que lleva el arte dentro. Acaba de salir al mercado un libro de poemas, ‘Love is in the air’, en el que participa aportando lo mejor de ella, la ilustración. Cercana, simpática y abierta, a pesar de su introversión, aceptó charlar un rato conmigo.
¿Quién es Natalia Pereira?
¡Qué difícil! Mira, yo soy de Castellón. Estudié una carrera que no me gustaba mucho -Ingeniería Técnica y Diseño Industrial-, pero la hice porque en aquella época era lo único que había relacionado con el diseño. Cuando la acabé, me vine a Barcelona a hacer un máster de publicidad y creatividad. En aquel momento estaba huyendo un poco de Castellón. Tenía ganas de experimentar cosas nuevas y de verme sola en una ciudad que no conocía. Fue como ponerme a prueba. Así que, me vine, hice el máster, conocí a un montón de gente y me encantó la experiencia. Tanto que acabé quedándome aquí. Después de terminar todo era momento de empezar a trabajar. ¿Qué pasaba? Que fue la época en que empezaba la crisis y todo era súper difícil. Eché currículos como loca y no me cogían en ningún sitio argumentando que no me podían contratar porque no tenía experiencia. Entonces me hice una web de portafolio online con trabajos de marcas y logos que me inventaba. Así cayó mi primer cliente. Un mexicano que tenía bares aquí en Barcelona al que le hice toda la imagen corporativa. Le gustó, me presentó a otro chico y así me fui haciendo una cartera de clientes, más o menos, fija. Estuve trabajando como diseñadora gráfica unos 6 años. Mientras tanto, hice un post grado de fotografía, que también me gustaba mucho.
¿Cómo empiezas a ilustrar?
Eso fue con un cliente muy guay que tuve, que era peruano. Tenía una productora musical y gracias a él contacte e hice trabajos para una artista que se llama Pamela Rodríguez. A ella le hice de todo: la imagen, la web y una ilustración muy chula para un disco que sacó que se llama ‘Reconocer’. Ésa fue la primera vez que me di cuenta de que la ilustración también me gustaba. A ella le encantó el resultado y a mi me dio un subidón pensar que también podía ilustrar.
Todas tus ilustraciones son muy expresivas
Sí. De hecho, eso es lo que busco y lo que más llama la atención de todo lo que hago. Hace poco, me preguntaron para otra entrevista cómo definiría mi estilo y me costó contestarles porque nunca lo había pensado. Empecé a ver mis trabajos y, aunque no creo que tenga un estilo definido -unas veces trabajo con sombras, otras con trazos-, me di cuenta de que tengo cierta inclinación a hacer retratos y trabajo mucho con las expresiones. También tengo un proyecto de fotografía que hice en el post grado en el que aparecen unas caras con cuerdas atadas, Dismorfobina. Me gusta, creo que busco expresar a través de las caras de los demás debido a que siempre he sido un poco introvertida.
¿Estuviste en Nueva York?
Sí, en el año 2010 pasé 4 meses. Corto, pero genial. Fue la segunda vez que me puse a prueba. Estaba en un momento de mi vida un poco caótico, así que, un día sin más, me compré un billete a Nueva York y les dije a mis padres “me voy”. Era agosto, lo cogí para septiembre y, claro estaban preocupados por lo que iba a hacer allí sola.
¿Y qué hiciste?
Estudiar. Averigüé que los españoles podíamos estar hasta 3 meses con visado de turista y encontré algunos cursos con esa duración. Hice un curso de creatividad en una escuela impresionante y, luego, me apunté a otros dos, más cortos. Fue una experiencia increíble. La primera semana lo pase un poco mal, no tenía a nadie y tampoco dónde dormir. Me habían prestado una habitación de una amiga de una conocida para una semana, pero en al finalizar esa semana tenía que buscarme la vida y me estresé un poco. Al final, poco a poco me fui haciendo a aquello y resultó ser una experiencia genial.
¿Qué te trajiste de allí?
-Respira profundo antes de contestar-. Aprender a sobrevivir, a estar sola en una ciudad inmensa, en la que te sientes tan pequeñita, y salir adelante y relacionarte con toda esa gente. Para mi, es muy importante por lo que te decía que soy un poco introvertida. Era una puesta a prueba, decir o te abres y hablas con cualquiera que se te cruce por la calle o mueres. Al final, me sentó muy bien y también me sirvió para ilustrar y hacer cosas.
Cambiando de tercio, cuéntame sobre tus poemas ilustrados.
Hace como dos años me dio por escribir. Nunca había escrito en mi vida, ni me creo poeta, pero me empezaron a salir frases y poemas de la nada. Me abrí un “doc” de Google y empecé a apuntar cosas que luego iba compartiendo con amigas cercanas. A ellas les gustó mucho y eso me motivó y se me ocurrió ilustrarlos. Hice una ilustración por cada poema y de ahí salieron también postales, que están a la venta en alguna tienda de Gracia. Todo esto ocurrió en 6 meses. Luego volví a intentarlo, pero entonces ya no salía nada. A pesar de eso, tengo ganas de seguir escribiendo y apuntarme a algún curso. No sé, me gustaría potenciar esa faceta.
Tu marca como diseñadora es Coco D’Mor, ¿de dónde viene?
Cuando me creé la web que te comentaba al principio, estaba con un chico, mi pareja de entonces, hablando y buscando ideas para crear el nombre. Pensándolo, recordé que cuando era pequeña fui a las islas Seychelles con mis padres y allí había un coco que me resultó muy curioso, el coco de mar. Tenía una forma muy erótica y me pareció muy guay. De ahí saqué el nombre, cambiando la “a” por la “o” -Coco D’ Mor- y el logo, que es la silueta de la fruta. Y, aunque no me encanta porque nadie lo sabe pronunciar ni escribir, me ha traído suerte y quiero mantenerlo.
Ahora que hablas de novios, ¿crees que puede tener relación el triunfo personal con tener o no pareja?
Yo tengo las dos versiones. Cuando vine a Barcelona, estuve saliendo con un chico y gracias a que él creía mucho en mi y me animaba a dibujar, empecé a pensar yo también que podía hacer cosas. No sé, si no hubiese sido por él, lo hubiera hecho igual, pero es posible que tardara un poco más. Él fue el que me regaló por mi cumpleaños la primera tarjeta gráfica con la que empecé a dibujar. Así que eso siempre se lo voy a agradecer. Es como que veía algo y me empujó para que lo sacara.
Ahora, también te digo que desde hace un tiempo no tengo una relación estable y estoy también en un momento profesional muy bueno. Trabajo en una agencia que se llama Zoom y, a pesar de que llevo poco más de un año ahí, me han dado responsabilidad y estoy dirigiendo un equipo de diseño. Además, me han dado formaciones de management. Y todo esto me lo he ganado yo sola.
Por eso te digo que tengo las dos versiones. Tener una pareja que cree en ti y te apoya, evidentemente, te hace más fuerte. Pero como si es una amiga. Si tienes gente cerca que te anima, te da un subidon de autoestima que no te lo quita nadie. Aunque sola también se pueden conseguir cosas. En mi caso, el trabajo en la agencia y el libro que acaba de salir al mercado.
Eso, el 21 de enero salió a la venta ‘Love is in the Air’, un libro de poemas en el que participas con la ilustración. ¿Cómo lo consigues?
No sé muy bien porqué salió. Era octubre, me contactan de la editorial diciéndome que está buscando ilustradora para ese proyecto, que habían visto en mi web que tenía poemas ilustrados y que si podía hacer una prueba. Yo acepto encantada y la hago. Al principio no les encajó demasiado mi propuesta y me dieron un no porque era demasiado madura y el libro era más juvenil. Entonces, les dije que, si lo preferían, los podía modificar y adaptarlos. En fin, que a los dos días me volvieron a llamar porque habían hablado con la escritora y ella quería hacerlo conmigo. A partir de entonces empecé a trabajar sin parar por las noches. Tenía que hacer unas 60 ilustraciones y las últimas semanas me estresé bastante porque corría mucha prisa.
¿Cómo es tu proceso creativo?
Depende. Por ejemplo, para este libro en concreto primero me tenía que leer y releer todos los poemas para sacar el concepto y el gesto porque tiene que estar vinculado. Generalmente, muchas de las ilustraciones son fotos que he hecho a amigos, o a gente del trabajo, y otras son fotos que me hacía a mi misma y a las que ponía un ojo de una amiga, la nariz de otra y la boca de otra, de manera que conseguía un rostro nuevo. A veces tenía claro el dibujo que quería sacar, pero es muy difícil inventar todo desde cero, por lo menos para mi, que no me considero artista.
¿No te consideras artista?
No del todo, no lo sé. Debe ser por la idea que tengo de lo que es un artista: una persona que trabaja con las manos, con pincel, como lo de antes. Yo lo hago todo digital. No sé, es un vicio que tengo, supongo que porque soy diseñadora y los diseñadores gráficos no somos artistas, a menos que hagamos algo por nosotros mismos. Pero sí, es verdad que el trabajo del libro, por ejemplo, es más artístico.
¿El artista nace o se hace?
Yo creo que tiene de las dos cosas. Hay una parte con la que se nace. Por ejemplo, a mi siempre me ha gustado dibujar desde pequeñita. Aunque salieran churros, pero ahí estaba yo con mi lápiz y mi hoja. En cambio, también es verdad que la práctica hace al artista y uno no se convierte en artista si no nace con esa inquietud y no practica.
Por último, ya. ¿Cuáles son tus trabajos más significativos?
En ilustración te diría que la serie de poemas ilustrados, ‘Baila el Alma’, porque al hacerlo me sorprendí mucho a mi misma. Fue una experiencia grata poder escribir e ilustrar a la vez. Y de fotografía, supongo que ‘Dismorfobina’. Ese proyecto me ha dado muchas alegrías. Siempre me llegan emails de gente que lo ha visto y que me pide hacer entrevistas y publicar esas fotos. Es un trabajo que a la gente le gusta mucho y a mi también por lo que me costó hacer.
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