Hace ya muchos, pero muchos años atrás, recuerdo haber tenido mi primer contacto con uruguayos, un grupo de amigos de mi padre, deportistas y pertenecientes a un grupo deportivo llamado “Canadela”. Este primer contacto, empezó a despertar mi interés y curiosidad por Uruguay y su gente.
Me resultaba particularmente atractivo un pais que no era fronterizo con el mío. Sólo podía hacer viajar mi imaginación, sin tener todavía la seguridad, en ese momento, que años más tarde mi sueño seria “atendido” por el destino.
Mientras tanto, Uruguay era solo un sueño.
En mis experiencias como “mochilero”, de lo que hablaré en otra oportunidad, siempre que alcanzaba un objetivo, luego quería ir un poco más allá, y lo más cercano de estar cerca de Uruguay, fue el año 1971 luego de haber llegado “caminando” a Buenos Aires.
Lo que luego sucedió, fue que por cuestiones del destino y mi permanente curiosidad por viajar, descubrir otros lugares, conocer otras culturas, años más tarde, llegué por tierra en mi vehículo, a Paraguay, pero desde allí tenía que regresar a Chile, por lo que esta circunstancia se transformó entonces en mi oportunidad para volver a mi casa visitando por fin Uruguay.
Todo esto sucedía a principios del año 1990, y cuando ya todo estuvo listo para empezar el viaje de regreso a Chile, con tres amigos más, empezamos a “descender” en el mapa saliendo desde Encarnacion (Paraguay) a Posadas (Misiones, Argentina) cruzando el río Paraná en un ferry (que en ese tiempo operaba en vez del puente San Roque Santa Cruz que poco tiempo después terminó de ser construido entre las dos orillas), y tome la decisión entonces, de desviarnos del camino, ya en territorio argentino, hacia las ciudad de Paso de los Libres desde donde entramos a Brasil por la ciudad de Uruguaiana.
A esta altura, solo nos faltaban 57 kilómetros para llegar a la frontera con Uruguay, los que recorrimos en alrededor de una hora llegando primero al pueblo brasileño de Barra do Quarai, y desde donde nos dispusimos, por fin !!!, a entrar en Uruguay por las ciudad de Bella Unión.
Seguimos descendiendo en el mapa hasta llegar a Salto, un hermoso lugar donde tuvimos nuestras primeras impresiones “oficiales” de Uruguay y su gente, siendo acogidos con particular calor y simpatía en cada lugar por el que pasábamos, ya que mi auto tenía placa chilena.
Y todas estas muestras de cariño empezaron a moldear un sentimiento muy especial hacia Uruguay y los uruguayos.
Me emociona agregar que estas muestras de simpatía y cariño, se repitieron en todos los lugares por donde seguimos con nuestro recorrido, como por ejemplo, Paysandu, Durazno, Colonia de los Sacramentos, Montevideo, etc.
Las experiencias particulares allí vividas, son también materia de un relato aparte.
Años más tarde, el destino quiso que uno de mis mejores amigos en el lugar que elegí para vivir, fuera ……… uruguayo !!!
Y el reune en si todos y cada uno de los detalles y características que me cautivaron de la gente de este noble pueblo cuando los visite en su casa”, y de esta manera el destino siguió premiándome con mas y mas amigos “charruas”, convirtiéndose esta circunstancia en la llave maestra que me abrió las puertas de esta publicación, sintiendo tan uruguayo como el que más. Nos vemos en la próxima !!!