las sillas vacías murmuran tu nombre,
anhelan tu falda al viento,
hay suspiros bajo las sombrillas.
Unos músicos callejeros
dejan flotar ese tango que me apasiona
y la plaza se pinta de naranja
con la luz cayendo en picado.
Unas rosas tardías rezan una letanía
de recuerdo desde la azotea
y bebo ensimismado
un café que me sabe a labio.
Las terrazas y yo,
te echamos de menos.
Carlos Gargallo (c)
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