Muchas caricaturas (como la de Arthur Syzk) a menudo jugaban con el peso y la extravagancia de Göring.
A t 11:45 p.m. el 15 de octubre de 1946, los guardias aliados se preparaban para escoltar a los nazis más importantes condenados por crímenes de guerra desde sus celdas en Nuremberg hasta el gimnasio de la prisión para ser colgados. Entre los condenados se encontraban Joachim von Ribbentrop, el ministro de asuntos exteriores de Hitler, y el general Alfred Jodl, jefe del estado mayor alemán. El más conocido fue el diputado de Hitler, el oficial de mayor rango de la Wehrmacht, uno de los hombres de negocios más ricos y poderosos de Europa, y jefe de la Luftwaffe: Reichsmarschall Hermann Göring.
Göring había caído muy lejos. A principios de mayo de 1940, comandaba la fuerza aérea más poderosa del mundo, lista para rugir de victorias continentales y triunfar sobre la odiada Inglaterra. En casa, los alemanes adoraban a su Führer, pero encontraban en der dicke Hermann – “Hermann el Gordo”- una figura de entretenimiento exuberante. El esbelto y ascético Hitler sólo comía vegetales, se abstenía de fumar y beber, y usaba principalmente chaquetas grises sencillas. No Göring. Con uniformes llamativos de su propio diseño y dedos adornados con anillos, el gordo comía, bebía y se divertía a lo grande, viviendo en voz alta.
El estilo florido impregnó la vida de Göring. Amaba la comida, el vino, el coleccionismo de arte y la caza. Su casa de campo, Carinhall, llamada así por su amada primera esposa, abundaba en esculturas, pinturas y muebles. Especies en peligro de extinción deambulaban por sus tierras. Tenía leones como mascotas. Adoraba los coches y la navegación; llamó a su yate de motor de 90 pies Carin II.
La imagen de dandi de Göring lo convirtió en una persistente figura de ridículo. Los alemanes se burlaron de él y la prensa extranjera lo pintó como un bufón con sobrepeso. Pero Hermann Göring era un coloso en todos los sentidos: un astuto maquiavélico con un coeficiente intelectual superior, hábil en la combinación de encanto, astucia y crueldad para conseguir lo que quería, habilidades que empleó hasta el final.
Como parte de su extravagancia, Goering crió leones en los años 30 cambiándolos por versiones más pequeñas una vez que crecieron demasiado.
El nombre de ermann Wilhelm Göring había sido una palabra familiar en Alemania desde sus 20 años. Después de pasar 1914-15 en las trincheras del Frente Occidental, se abrió paso a hurtadillas en el servicio aéreo, volando a escondidas como observador no oficial de un amigo. Al enterarse, se transfirió formalmente al servicio, convirtiéndose en un buen piloto de caza. Sus 22 victorias le valieron la Orden Pour le Mérite – el Blue Max, entonces el premio de combate más exaltado de Alemania. En julio de 1918, Göring, de 25 años, asumió el mando de la famosa …