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Para qué gastar en un sofisticado equipo de alambrado eléctrico, cámaras de seguridad y alarma si basta con romper unas cuantas botellas para frenarle el paso a los amantes de lo ajeno. El método es mucho más económico y efectivo.
Si un perro se te acerca, no corras, mejor finge que le lanzas una piedra y asunto arreglado, la idea es hacer como que tomas una piedra del suelo y luego la avientas, así no hieres realmente al animal y sales bien librado.
En las ciudades y pueblos costeros de nuestro bello país es mucho más notoria esta tendencia de amarrar al centro de los marcos de las puertas bolsas de plástico transparente llenas de agua, la mayoría de la gente sabe que es para espantar a las moscas, lo que aún no se comprueba es cómo funciona, las ideas van desde que el plástico refleja luz y esto las ahuyenta, que su reflejo es lo que logra mantenerlas a raya, hasta el temor de que la bolsa les caiga encima….
Tengas la edad que tengas, comas o no dulces, en las tienditas de la “esquina” siempre te darán un chicle en lugar de entregarte centavos o hasta uno o dos pesos como cambio y uno asume que eso está bien.
Como un país súmamente religioso, no hay mejor protección que un santito o la bendición de tu madre antes de salir de casa.
¿Será que como dicen “la intención es lo que cuenta”, vale más insinuar que estamos a punto de hacer algo (aunque no lo hagamos) que dar un no rotundo?
La autoridad es la autoridad y en México desde niños lo sabemos.
Nuestras abuelas hicieron bailar a nuestros padres, nuestros padres a nosotros y seguramente haremos (si no es que ya lo hemos hecho) bailar a nuestros hijos, de hecho a cualquier bebé que se siente en tu regazo, es como una especie de ritual.
Habiéndo tantas variedades de chile, por qué no tener también opción para los que no desean quemar sus lenguas o estómagos, al final todos los mexicanos somos capaces de comer chile pero hasta en esto hay sus niveles.
Los tiempos han cambiado peor aún quedan algunos vestigios de lo que era la extrema confianza y tranquilidad de nuestros abuelos, además cuenta la leyenda que con decir “soy yo” identificaban quién estaba tocando a la puerta.
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