Leonardo Favio era el cantor que llenaba sus tardes y por ende las mías cuando yo ni siquiera conocía el significado de las palabras y a la edad de siete años cantaba con toda pasión “el Adrián, tiene flaca las piernas hinchado el diente…”
Era común que uno de mis personajes lo imitara y entonces nos cantara mi favorita: “La dicha que me fue negada” mientras en mi mente adolescente yo sufría por aquel hombre que ya no tenía corazón, y así “Ni el clavel ni la rosa”, “Sos tan bonita que no sé”, “La foto del carnet”, “Estas cosas del amor”, entre muchos hermosos poemas interpretados originalmente por una de las voces más dulces, varoniles y reales que he escuchado y que a pesar de que llegó el rock, mantiene un lugar privilegiado en mi memoria.
¡Buen viaje Leonardo Favio!
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