La paz está en tu interior

Zoraida Azahara

Me levanto temprano. Todavía está oscuro. La luna sonríe ampliamente en lo alto de la bóveda celeste. Tan despierta como un búho, salto del nido.

Recojo a Chaga, mi péndulo, y siento un escalofrío. Se acerca. Ya está aquí.

La Voz de Gaia:

Ese silencio esquivo no es tal. Quieres acallar el ruido de la mente, ¿y qué haces? ¡Pones más ruido! ¿Cómo? Enciendes la radio, pones música, ves una película o te pierdes en reuniones. Sí, he dicho “te pierdes” porque ese no es el silencio que necesitas. Eso que practicas es un ahogarte y, si no lo remedias, perecerás, te convertirás en un muerto viviente. ¿No es absurdo?

Habéis desarrollado tanta aversión por la religión que el momento de silencio lo habéis apartado de vuestra vida. No te digo que vuelvas donde no quieres estar. Deja en paz la religión. ¿Has salido tú de ella? ¡Olvídala! No le tires piedras. Céntrate en ti. Sé tu propia religión. Adórate. Sin un tú no hay un nosotros. Busca ese lugar donde estar a solas contigo, donde hablarte sinceramente. Permítete estar en silencio para escucharte. Si no lo haces así, ¿quién regirá tu vida? De seguro que tú no.

La paz está en tu interior. Busca ese silencio verdadero, aquel en el que te reconoces en casa, a salvo. No es necesario que acudas al desierto para obtener grandes revelaciones. Basta con que te permitas estar en silencio, solo contigo. Siéntate en una roca, sobre el césped, al lado de un árbol, a orillas de un río o lago, en el parque. No es necesario que vayas al desierto, te repito. Busca un lugar en el que estar a solas, donde no haya ruido de la civilización, donde esta no se perciba como una intromisión. Y ahí, permítete hacer silencio en tu mente y quédate a solas con tu interrogante.

Canta, reza, medita o, implemente, escucha el latir de tu corazón y siente el fluir del aire en tus pulmones. Coloca los pies en tierra y escucha, atiende su latido. Se hará más fuerte, lo percibirás en cada órgano y en cada célula. Ese sonido de tambor retumba por todo tu cuerpo. El contacto de la tierra amplifica tu tambor, se expande. ¡Oh, maravilla! ¡La tierra late en ti! Así lo reconoces. Ya estás en casa. Sientes ya el ritmo de la tierra. Es el tuyo propio. ¡Tu latido se propaga por el planeta!

La pajarita Zoraida

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