La noche del 2 de marzo de 1953, el dictador ruso murió en su despacho y los días posteriores, los personajes más importantes de su gabinete, como Nikita Kruschev, interpretado magistralmente por Steve Buscemi, quien hace un duo perfecto con Simon Russell Beale que encarna a Lavrenti Beria, decidieron qué hacer con el cadáver y quién debía sucederle. Es aquí donde reside las dos grandes virtudes: sus actuaciones y sus diálogos, ya que ambos aspectos ponen cara, ojos y sátira al film que pretende desmitificar las figuras del Politburó ruso y darles otro enfoque.
La película es un ataque directo al poder dictatorial, a las formalidades, a las ansias de poder y las incongruencias que éste produce, entre otros temas que, juntos hacen una comedia satírica muy recomendable para los amantes del género y que va de menos a más. Así pues, Iannucci muestra otra cara sobre un episodio curioso de la Historia de Rusia de la mejor forma: con entretenimiento, risas, críticas políticas y, auténticos y frenéticos instantes de discusión.
Lo bueno: Simon Russell Beale y su diálogo.
Lo malo: que Jason Isaacs no sea uno de los protagonistas.
Nota: 7/10
Distribuida por Avalon Estreno en 46 cines